La mañana siguiente, Ashlee se despierta y levanta ansiosa visitar a su novio y así poder cerciorarse de que haya pasado una buena noche. Se arregla para poder llegar al hospital lo más pronto posible.
Al bajar a la cocina, Nana ya está trabajando y preparando algo para todas para desayunar en familia, tal y como lo han venido haciendo los últimos dos meses. Se ofrece a ayudarle en lo que haga falta mientras bajan las demás.
—¿Cómo está mi niño? —Consulta Nana.
—Está bien. A pesar de todo, con ánimo.
—¡Qué alegría! ¿Y qué te dijeron en el hospital?
—Gracias a Dios solo fue una herida superficial pero la pérdida de sangre fue la que hizo que perdiera la conciencia.
—¡Ay, cielo santo!
—Tenemos que es