—Esta es la chica de la que les hablé —adujo el capitán Ka’tar aproximándose a los dormitorios de los soldados que recién se estaban levantando en la mañana, acompañado del Almirante. Los soldados, incluyendo a Alara, se pusieron firmes ante la presencia de sus superiores.
—Descansen —dijo el almirante Gutiérrez— y sigan con sus actividades.
Dicho esto los soldados se relajaron y prosiguieron con el proceso ordinario de bañarse y vestirse para ir a desayunar. Todos salvo Alara que aún estaba rodeada de sus oficiales.
—El capitán Ka’tar nos dice que es usted su mejor subordinada —afirmó Gutiérrez y Alara no pudo evitar sonrojarse un poco.
—Gracias, señor. El capitán Ka’tar es muy amable, señor.
—Hemos revisado su historial académico