Capitulo 7 mi abuela baila mejor.

Narra Albert.

En el momento que iba entrando a la oficina de julio pude ver a la humana a la cual iba a entrevistar y aunque no me detuve a mirarla pude sentir su delicioso aroma a fresa.

Nunca había percibido ningún aroma en los humanos para mí todos huelen normales solo sus perfumes extravagantes o a sudores desagradables, pero esta era diferente este aroma era su olor corporal sin ayuda de ningún perfume. Si no estuviera la maldición de aquella valquiria diría que es mi mate, pero eso nunca pasará porque estoy Maldito y nunca podré tener una pareja.

¡Tampoco es que la necesite!, estoy feliz, así como estoy.

Me agrada mi vida sin atadura eso de tener a una mujer quejumbrosa a mi lado todo el tiempo no va conmigo.

★ pero aun así esa humana es interesante ★ me inquirió mi lobo con malicia, ya sabía que los dos teníamos el mismo propósito, el cual sería disfrutar de esa pequeña humana.

Hasta hace poco estaba aburrido, pero al parecer encontré mi entretenimiento.

Antes de entrar la escuché bufar peleando con su propia braga. Me causó mucha gracia escuchar como se decía así misma que no se veía sexi y que no debía rascar su trasero por más que lo necesitara.

¡Interesante!, pensé en el momento que la vi mirarme de arriba abajo detallando mi cuerpo con la mirada.

Esta humana es hermosa tiene unos ojos grandes muy expresivos Los cuales tienen un brillo único ese verde electro que va de acorde con esa piel trigueña y esos tatuajes que le dan un toque único a su cuerpo. Sin poder evitarlo también me enfoqué en sus orejas llena de aretes y en su cabello negro, tan negro como una noche sin estrellas el cual se lo deja corto tanto que no le pasan de los hombros.

Sus pechos grandes suben y bajan al compás de su respiración con esa hermosa cadera tan estrecha que mis manos la abarcarían completa.

La vi responder cada pregunta con inseguridad hasta que le pregunté si deseaba ser p**a y me respondió muy firme que no.

¡Jugaremos al gato y al ratón! Pensé relamiendo mis  labios.

Deseaba quitarle un poco de esa seguridad a esta humana que por momento se torna prepotente y me mira con una pizca de desprecio.

—tú — le dije mientras señalaba su cuerpo y sin dejar de sonreír de medio lado— tienes la vocación o el valor suficiente para tocarte sin descaro delante de varios hombres— le pregunté mientras agarraba mi barbilla con duda. Porque a pesar de su porte de chiquilla mala esta humana no pasaba de ser una mojigata que nunca ha visto un hombre desnudo más que en una revista para adultos.

—pero no sería mejor en el escenario— me pidió la mocosa sin dejar de mirarme, ya sabía que la intimidaba. Suelo causar ese tipo de sensaciones en los humanos al ver mis ojos creen que les estoy observando el alma y como están tan lleno de secretos sienten que le puedo invadir la mente.

ja, ja, ja, eso solo sucede porque al observarlos tan fijo siendo ellos mi punto de atención analizo cada movimiento y cada gesto y sé que eso les incomoda y a mí me agrada incomodarlos porque me gusta verlos sufrir.

Tras escuchar su respuesta le mostré la puerta y ella al verme tan decidido aceptó bailar para mí.

¡Son tan predecibles! Pensé triunfante.

—por favor ponga algo de música— me pidió mientras se quitaba el vestido que tenía puesto dejando ver su hermoso cuerpo.

¡Oh humana como te disfrutaré! Pensé observando como esa lencería transparente le dejaba ver todo.

Empezó a bailar torpemente tocándose de manera rústica, aunque de todas formas me excitaba lo estaba haciendo pésimo.

—mi abuela tiene movimientos más sensuales que esos— le dije con malicia.

—no soy una puta— me respondió de manera cortante.

Sin esperarlo ya estaba a su lado pues usé por primera vez en muchos años la agilidad de un hombre lobo y estando detrás de ella le susurré en el oído— por menos, le he cortado las lenguas a zorras como tú. Nunca en tu jodida vida vuelvas a insinuar cosas sobre mi abuela no crea que no entendí tu sarcasmo— 

—usted fue quien mencionó a su abuela — bufó molesta.

En un momento de molestia la tomé de la cadera casi cargándola porque es muy pequeña para mí.

Ella pataleaba nerviosa — suéltame imbécil— gritó enfadada.

—y si no me da la gana ¿qué? — la desafíe mientras disfrutaba de la suavidad de su piel.

Ella me iba a responder, pero en ese preciso momento la puerta fue tocada. Pude percibir que se trataba de mi buen amigo el alfa Matías quien sin esperar mi respuesta abrió la puerta o mejor dicho la rompió y corrió hacia mí como perro rabioso para quitarme a la humana de los brazos.

Después de olfatear su cuello le dijo.

★ eres mía ★ y esa sola palabra me molestó mucho.

Nadie impide que tome lo que me apetece y esa humana me gusta mucho.

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