Cuento 2: El Mundo Secreto de los Dragones parte 1

Los peligros de la noche 

La noche cayó sobre la ciudad de Londres, la neblina espesa opacaba las luces de las elegantes farolas que adornaban las aceras y daban luz a las calles. ya pasaban las 10 de la noche, las tiendas y negocios habían terminado su rutina aquel sábado.

El alto y arquitectónico edificio de la biblioteca había quedado vacío casí por completo; Sin embargo no del todo, ya que además de la joven bibliotecaria, en una de las mesas, tras varias columnas de libros apilados sobre ésta, estaba sentada una hermosa chica, Sus ojos café, se movian leyendo cada linea del texto, que contenia el libro que sus morenas manos sostenían, cuyo titulo en hermosas letras doradas era "Los Dragones en el mundo actual" La bibliotecaria, se levantó y al ver el reloj, se dirigió hacia la chica, al estar cerca de la mesa, carraspeó la garganta, lo cual hizo dar un salto a la otra chica quien se encontraba sumergida en su lectura y ésta la miró, dándose cuenta que la mujer parada a su lado, poseía una elegante altura, sus gafas redondas le daban cierto aire intelectual, además de hacer que sus ojos verdes se agrandaran por el aumento de los cristales, y su piel blanca relucía bajo la tenue luz de las lámparas. La joven bibliotecaria le sonrió ampliamente y con una suave y amable voz le expresó:

—Disculpe señorita no era mi intención asustarla— miró el reloj nuevamente y siguió—, pero debe retirarse, porque ya me toca cerrar la biblioteca.

La chica bajó la cabeza entristecida, y cerró el libro, luego levantó la cabeza, fijando su vista en el reloj redondo, que colgaba de la columna del frente y al ver la hora, sus ojos expresaron su sorpresa al abrirse ampliamente, y su boca exclamó:

—¡Rayos es demasiado tarde!

Miró la mesa abarrotada y luego a la mujer que aún estaba parada junto a ella y volvió a expresar:

—Debe querer irse, y por mi culpa demorará más— bajó la cabeza y luego subiéndola otra vez y mirando fijo a la chica le dijo—. Te ayudaré a guardar todo, para que disculpes mi descuido.

—No hay cuidado, ese es mi trabajo, deberías marcharte es peligroso y hay mucha bruma—, anuncio la joven mujer.

—No, no te dejaré sola arreglando mi desastre, te ayudaré y nos iremos juntas —insistió la chica. 

La Bibliotecaria la miró, suspiró dándose cuenta que sería inútil decirle que no a la chica, así que aceptó asintiendo, la muchacha sonrió y acomodando una pequeña pila de libros, preguntó:

— Oye, ¿Cómo te llamas? 

—Monique Buboar —contestó la mujer. 

Y tomando la pila de libros bien acomodados, le hizo seña con la cabeza para que la siguiera, y mientras caminaban a través de los altos y amplios estantes llenos de libros la bibliotecaria continuó:

—Y, ¿cuál es el tuyo?

—Caroline Lentré,—respondió la chica, luego dijo—. De verdad siento haberte hecho quedar hasta tan tarde, Monique.

—Descuida, es temprano aún y he salido más tarde, ya que estoy haciendo unas investigaciones—respondió Monique.

Se detuvieron, y entraron en un pasillo, formado por dos estantes, Monique revisó los números de las cota de su pila y observó las de Caroline, después dijo: 

—Sígueme por aquí— la joven obedeció y encontraron varios huecos en los estantes de cada lado—Bien acomoda los de tu pila del lado izquierdo y los mios en el derecho, fíjate en el número de la cota.

—¡Wow!, te sabes de memoria los números y estantes donde va cada libro—Admiró Caroline.

—Ja, ja, ja, no todos pero si los que más he ordenado, aunque no es tan dificil el sistema de organización.

—¿Qué edad tienes Monique? y ¿Qué estudias?

—Tengo 27 años, querida y pues soy técnico bibliotecologa, aunque aun estudio para la licenciatura y tengo tanto que aprender—Contestó Monique, organizando 3 libros en sus manos y colocándolos en orden por número de izquierda a derecha.

—¡Genial!—Expresó la chica.

—Y tú ¿Que estudias? ¿qué edad tienes? 

—Bueno, estudio arqueología en la universidad de Oxford, ya estoy por terminar y tengo 22 años—Contestó Caroline.

—¡Vaya!— Expreso Monique—, y ¿Qué obsesión tienes con los dragones?—interrogó nuevamente.

Caroline, sonrió y algo ruborizada miró uno de los títulos de los libros que acomodaba &El Misterio de los Dragones& y mirando a la chica frente a ella aun sonriendo contestó:

—Es que son criaturas facinantes y tan interesantes que, no puedo evitarlo—Vió que Monique curveaba sus labios y continuó— Sabes la universidad hace viajes de exploración a montañas rocosas y desiertos, yo debo prepararme para uno que se realizara dentro de poco y, he pensado e incluso imaginado que encuentro un dragón o los restos de uno.

La Bibliotecaria lanzo una gran carcajada, que resonó en el recinto desolado y Caroline se sonrojó aún más

—Hay linda perdóname, pero es que la mayoria desea encontrar restos de antiguas civilizaciones y esas cosas durantes los viajes que mencionas, y es la primera vez que escucho a alguien decir que desea encontrar restos de Dragones.

—Bueno ellos vivían en colonias y tribus, entraría en el cuadro de antiguas civilizaciones—Agregó la universitaria— ¿Crees que es una tontería?—preguntó con timidez.

—No, querida para nada creo que es asombroso el empeño que le pones a tu carrera y a tu ilusión—Dijo Monique—no creo en cuentos fantásticos, pero puede que si hayan existido estas hermosas criaturas, tienes mi apoyo.

—Gracias.

Siguieron conversando, incluso luego de guardar los libros. y fue el gran reloj que con su campanada las alerto de que eran las 12 de la medianoche. Al escuchar la campanada voltearon hacia el ventanal de la biblioteca, la calle estaba oscura debido a la capa de neblina que la cubría, luego observaron en sincronía el reloj de la columna frente a ellas y al unísono exclamaron:

—¡Cielos, es demasiado tarde!

Se miraron y rieron, acto seguido, tomaron sus cosas y salieron. Caroline, alumbró a Monique con su teléfono, cuando esta cerraba el último cerrojo de la biblioteca, y luego de colocar el candado, se marcharon.

Conversaban alegremente, ciñendose las chaquetas, para cubrirse de la neblina que las envolvía a medida que avanzaban. De pronto llegaron a una esquina de mala fama, debido a una banda de rufianes que salían a atacar y robar, la neblina comenzaba a disciparse, pero las dos chicas se prepararon para cruzar a la otra acera, sin embargo antes de lograr hacerlo, un carro negro les bloqueó el paso.

Las chicas retrocedieron, cuando vieron el automóvil, pero mientras los hombres en el interior del vehículo salían del mismo, las dos jóvenes fueron emboscadas a medidas que retrocedía. Asustadas se abrazaron y un hombre alto de finas facciones vestido, con chaqueta y pantalón de cuero negro y una franela blanca se acercó a ellas abriéndose paso por entre el grupo que las rodeaba, con una lasiva sonrisa, las miró de arriba a abajo y después ante la asustada mirada de las chicas, saboreando el miedo de estas, las cuestionó:

—¿Qué hacen dos preciosura por estos lados caminando solas a esta hora?

—So...solo queremos llegar a casa—Respondió Caroline.

—Hay que tierna, la escucharon: «So...solo quieren ir a casa»—se burlo el bandalo y luego anunció—Lo lamento niña pero ustedes irán a jugar con nosotros un rato.

El Grupo de rufianes que rodeaba a las indefensas chicas se rieron y algunos lamieron sus labios de manera grotesca, luego el jefe les ordenó: 

—Sujetenlas y subanlas al vehículo.

Cuatro hombres grandes y fuertes sujetaron a las chicas separándola, pero Monique y Caroline, comenzarón a moverse y gritar, y cuando uno de los hombres trató de taparle la boca a Caroline está lo mordió. y de pronto uno de los hombres cayó noqueado al suelo.

La chica y los sujetos 3 sujetos que aun la forzaban a moverse se quedaron extrañados, y de una espesa nube de la neblina una patada y un puño ayudaron a Caroline a liberarse, la chica corrió, con su amiga que ya estaba mas cerca del vehículo y con una fuerza que el miedo le otorgó empujó a dos hombres a que sujetaban a su amiga y los otros dos fueron noqueados junto al resto por el puño de una mano. y antes que la neblina se discipara en su totalidad, escucharon una fuerte pero dulce voz masculina que les preguntó: 

—¿Estan bien chicas?

—Ar...Arthur ¿eres tú?—Interrogó Caroline

De entre la bruma apareció un muchacho alto con cabello castaño y ojos azules, y al verlo Caroline se lanzó a abrazarlo y exclamó:

—¡Dios mío, Arthur eres nuestro salvador!

 El Chico dio un paso atrás para mantener el equilibrio. Monique liberó tensión al ver que el chico era amigo de Caroline y Arthur una vez soltado por la chica, cuyos rizos negros le hicieron cosquillas en el cuello al separarse de él, la regaño:

—¡Puedes explicarme Caroline porque aun andan a tan altas y peligrosas horas en las calles!

—Bueno yo... es que...

—Tu amiga se distrajo todo el día en la biblioteca, y no fue hasta las 10 de la noche que salió del mundo de dragones—explicó Monique acercándose a ellos y sonriendo.

—¿Otra vez?

—Siii—Contestó, apenada la muchacha—, pero esta vez me quede ayudando a Monique—argumentó.

—Supongo que tu eres Monique, ¿la Bibliotecaria? 

—Así es, y te agradezco que nos salvarás de ser secuestradas y asesinadas.

—Chicas fue muy peligroso, si no hubiera notado que Caroline aun no llegaba...—Continuó reprendiendolas Arthur— ¿Quién sabe que les hubiese pasado?

Caroline miró a su amigo y, tras analizar las palabras de el chico preguntó con curiosidad: 

—Y ¿Cómo fue que notaste que no habia llegado?

—¡Ah! yo... bueno siempre siento cuando abres y cierras la puerta de tu departamento, somos vecinos, y luego la Señora Larousse, pasó para la inspección y me dijo que no estabas— respondió el jóven algo sonrojado— me preocupe y pues, la casera me dijo que habías venido a la biblioteca y dado tus antecedentes lecturiles supuse que aun estarias allí y por eso vine.

Monique, se dió cuenta de que Arthur sentía mas por Caroline, iba a bromear sobre eso, pero el quejido de uno de los hombres inconsientes en el piso la detuvo y acercándose a sus dos acompañantes les hizo seña para que se movieran del lugar y así lo hicieron, cruzaron a la otra acera y desaparecieron tras la abundante neblina que nuevamente se arremolinaba sobre la calle.

Y una vez alejados del lugar, Arthur olvido su molestia y los tres caminaron conversando tranquilos. Caroline le contó a Monique que; Arthur era dos años mayor que ella, que estudiaba también arqueología en la Universidad de Oxford y que se encontraba haciendo su tesis de investigación, igualmente le comentó que era su vecino en la recidencia en la que vivían.

Monique, les comentó que su prometido con el que vivía, era profesor de arqueología en Oxford y que justamente era el encargado de las expediciones, Los chicos sabían de quién se trataba y siguieron hablando hasta que Monique se despidió diciéndo:

—Bueno los dejo, debo cruzar por esta calle. 

Señalo un cruce que iba calle abajo donde pintoresca casas con escalera y labrados barandales formaban una hilera. Caroline y Arthur le dijeron adiós y al perderla de vista, continuaron su camino y entre ellos reinó el silencio.

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