2_Molde_De_Amor

La central de autobuses marcas las 5:30 pm ha llegado un autobús cargado con  ilusiones y sueños , de el descienden dos jóvenes mirando de un lado a otro a las personas que caminan, unos con prisa otros con calma mirando la llegada y salida de los autobuses, algunos despidiéndose de sus familiares que partían, algunos otros recogiendo a sus familiares que llegaban, a ellos nadie los esperaba, eran nuevos en la ciudad, los jóvenes caminaba para salir del área de descenso y ascenso, salen de la central y varias personas les ofrecen sus servicios de transporte pero no hacen caso; corren con todo el vigor de quién se aventura a una nueva historia, ríen y brincan como cabritos en medio del monte. al llegar a una plaza, uno de los jóvenes el más alto y  atractivo sonríe respirando un nuevo aire, un nuevo comienzo dónde se forjarán su futuro.

-Por fin en la ciudad, Juan- habla el joven alto de cabello negro, ojos de un azul intenso, cuerpo atlético, pero no por hacer ejercicio sino por el arduo trabajo debajo de los rayos del sol en aquellos campos de cosechas, mira por la calle el sin fin de carros que van y vienen y vuelven a respirar hondo- al fin comenzaremos una nueva historia- miro a su hermano que lo acompañaba- a comenzar a cumplir nuestros sueños- le palmea la espalda al otro joven.

-Al fin ya no veía la hora de llegar- el joven de cabello rubio, ojos verdes, delgado, que estaba a su lado sostenía con su mano su estómago; como si eso le resolviera el licuado intestinal que malograba la asombrosa aventura que empezaba. 

-No te quejes Juan- lo palmea en la espalda- mejor vamos a buscar dónde quedarnos- lo abraza del cuello

-¡Ya Daniéll!, como tú no sufriste las náuseas durante todo el camino, para el colmo me haces correr-  Juan lo ve fastidiado, con la boca en dirección al piso ya estaba por desempacar el trozo bistek con salsa de molcajete que hace un rato había debitado con ansiedad,  para él viajar en cualquier transporte siempre termina con náuseas, aunque tomará pastillas siempre era lo mismo.

-Cálmate es solo que te relajes y disfrutes de la vista del camino- se dibuja una hermosa sonrisa en su rostro- respira hondo ya se irán calmando las náuseas- hace que Juan respire hondo y poco a poco las náuseas van calmándose.

-Listo ya me siento mejor ahora vamos a buscar dónde quedarnos que quiero acostarme y hasta si se puede ducharme- sonríe a Daniéll. 

-Vamos hermano- los dos se ajustan sus pequeñas mochilas que llevan en sus hombros con sus pocas pertenecías y sus sueños.

Daniéll y Juan eran de aspecto diferente, pero eran hermanos no de sangre. Catalina la mamá de Daniéll los había criado juntos, cuando Daniéll llegó a este mundo en una noche de tormenta, Juan perdía a su papás en un accidente, venían de la ciudad cuando el agua los sorprendió haciendo que el autobús volcara, sobreviviendo algunos entre ellos Juan, al saberlo Catalina como era prima de la madre de Juan decidió hacerse cargo de él. Ahora tenía dos hijos que proteger, se fueron del pueblo llegando a vivir a la Purísima cerca de la sierra ahí nadie la encontraría.

Más que amigos eran hermanos. Para todos eran sus hijos aunque se veía que no se parecían en nada. Los niños fueron creciendo formando entre ellos un lazo de hermandad que fomento Catalina, fue un lazo difícil de romper, se cuidaban, se ayudaban y procuraban uno al otro hasta se cubrían sus travesuras. Ellos amaban a Catalina Díaz y lo demostraban respetando siempre su autoridad, al ir creciendo desde muy temprana edad comenzaron a trabajar para ayudar a su mamá con los gastos pero sin descuidar sus estudios, por las mañanas asistían a la escuela y por las tardes haciendo trabajos en el campo o haciendo mandados a los vecinos. A los casi dieciocho años Catalina callo enferma, los chicos hicieron de todo para que se sanará pero el destino le tenía otro final; a los cuatro meses murió pero antes confesó algo a Daniéll;

-Esto es tuyo hijo mío- su mano soltó una cadena, el la tomo viendo el dije de plata que tenía forma de corazón y en medio una rosa con pequeñas piedras de color azul, como el color de sus ojos

-¿Esto que es mamá?- Daniéll tomo la mano de su mamá

-Es parte de tu pasado, debes saber que yo no soy tu mamá- Catalina tosió cortando su relato- tu eres hijo de una niña fina

-Eso no es verdad, tu eres mi madre- Daniéll soltó unas lágrimas

-Yo te crie pero no te di la vida, tu mamá es…- Daniéll la interrumpió no quería saber, si esa mujer lo abandonó no merecía su amor

-No me digas, tu siempre serás mi mamá- Catalina respiró con dificultad pero quería decirle la verdad a Daniéll

-No la juzgues ella creé que tu estás muerto, ella debe saber que tú estás vivo ve a…- comenzó a toser impidiendo que Catalina dijera más- ve a…- lo intento pero ya no tuvo tiempo

-¡Mamá!- grito al ver daba su último suspiro- ¡Mamá! ¡Mamita no nos dejes!- entró Juan con los ojos llenos de lágrimas viendo cómo parecía que su mamá dormía en los brazos de Daniéll

-Ya se Daniéll- Juan apoyo su mano en su hombro- ya duerme en paz. – con un nudo atravesando su garganta. –¡Mama!- Fue el peor día para ambos jóvenes, el primer amor incondicional y puro que tuvieron en sus vidas se apagó eternamente. 

 

Al día siguiente hicieron su sepelio, Daniéll aún recordando lo que le había dicho su mamá antes de morir, no podía ser verdad ella era su mamá, y nada cambiaría. No le contó nada a Juan porque no pensaba buscar a su mamá, al final no sabía quién era y era mejor.

Los meses siguientes regresaron a trabajar para lograr juntar dinero e ir a la ciudad para cumplir sus sueños y algo más. El dolo no los detuvo, hicieron promesas a Catalina de ser felices y ser hombres de bien.  Daniéll aunque quería dejar de lado aquella verdad, no podía dormir, cada noche imaginaba como sería esa mujer, su el tendría sus ojos o el color de su pelo,  tenía la imperiosa necesidad de encontrar a esa mujer y darle a saber qué estaba vivo solo eso no quería nada más; para el siempre Catalina Díaz sería su mamá sin importar su realidad. 

 De lo que ganaban, algo iba para los gastos y lo otro para ahorrar e ir a la ciudad fuero dos años trabajando hasta que juntaron lo suficiente mientras Daniéll y Juan al fin terminaban la preparatoria y poder ir a la universidad, algo que le habían prometido a Catalina. Tomaron sus cosas en unas mochilas dejando la casa donde habían vivido durante 20 años. 

Y ahora estaban en la ciudad caminando por calle nuevas preguntando a las personas que andaban por la calle si sabían de alguna pensión u hotelito dónde pudieran pasar la noche, el sol se ocultaba trayendo consigo la oscuridad de la noche, de poco en poco las calles se iluminaba sin tener ellos un lugar donde recostar la cabeza, hasta que al final se encontraron con un buen hombre que vendía churros de azucar en la calle ya cerca del centro de la ciudad

-Se de un lugar jóvenes, que no queda muy lejos de aquí- el señor se retiró de su puesto para mostrarles a los chicos por dónde tenían que seguir- siguen está calle hasta el mercado de artesanías dos cuadras adelante a su mano derecha se van encontrar con una casa morada y un portón amarillo- les dijo el señor con amabilidad- la pensión es el “Señorial” les atenderá la señora Mónica Montés

-Muchas gracias señor- respondió Juan con amabilidad. 

-De nada jóvenes, vallan con cuidado- los dos le sonrieron al señor caminando siguiendo las indicaciones, llegaron al mercado de artesanías, después caminaron las dos cuadras encontrándose con dicha pensión. En lo alto de la puerta se podía leer el nombre que el señor les había dado, sin esperar, Daniéll miro el timbre en el dintel de la puerta, sin pensar lo toco, no tardó mucho para que la puerta se abriera, Daniéll sonrió a la joven de cabellos rojizo que salía, ella de inmediato al ver al joven de cabello negro le sonrió coquetamente; 

-Buenas noches- saludo amablemente Daniéll y con su sonrisa que derretía a cualquiera; 

-Buenas noches- contesto la joven sin quitar los ojos de Daniéll- ¿en qué les puedo ayudar?

-Nos informaron que en esta pensión estaban rentando un cuarto-  Juan respondió quien era invisible pues ni la mirada de la joven estaba clavada joven de cabello azabache

-Mamá te buscan-  la joven llama con un fuerte grito, sin dejar de ver a Daniéll con una sonrisa

-¿Quién es Melisa?- cuestiona la madre al venir al portón,

-Ellos quieren rentar el cuarto de atrás-  Melisa deseaba que se quedarán ahí

-Buenas noches ¿señora Mónica Montés?- saluda Daniéll con amabilidad pero a la vez cuestiona si era la persona que le habían dicho, la mujer no se queda atrás le sonríe amablemente, esperando a que Daniéll continúe- como le dijimos a su hija queríamos ver si podía rentarnos el cuarto, es que acabamos de llegar del pueblo La Purísima y no tenemos en dónde quedarnos.

-¿No se…, dos jóvenes?- dudaba un poco eran unos extraños que no sabía que mañas tenían, pero verlos sonreír con amabilidad y respeto la hacía dudar, le atribuía al sentir de su confianza.

-Ándale mamá por favor, mira que no tiene donde quedarse- intercedió por ellos Melisa- ya es tarde y el cuarto está disponible, anda acepta- sin poder discutir con su hija termino aceptando, era una nueva entrada de dinero que necesitaba.

-Esta bien solo que tienen que pagar por adelantado dos meses- informo la mujer, los dos caso brincan de felicidad pero se contuvieron al tener a las dos mujeres en frente- y cumplir con mis reglas; primero no pueden llegar después de las nueve, si llegan después no los dejare entrar,- levantó el dedo indicando dos- no pueden traer a nadie, ninguna mujer ¡he!, está es una casa decente,- levantó el tercer dedo- no pueden entrar a la casa grande sin mí permiso- los dos asintieron sin decir nada estaba ya muy cansados para discutir algo pero no les parecían mal.

-Esta bien cumpliremos con sus reglas,- sonrió ampliamente Juan- ¿cuanto sería lo que tendríamos que pagar por el cuarto ahora?

-3000 pesos- Daniéll comenzó a buscar en su bolsa el dinero, gracias a sus trabajos había ahorrado bastante y suficiente para sobrevivir mientras encontraban trabajo.

 

-Claro aquí tiene- Daniéll saca los billetes y se los extiende ella los conto verificando la cantidad

-Muy bien pasen jóvenes por aquí- las dos mujeres le dieron el paso guiándolos más adelante hasta una puerta negra. Melisa los iban siguiendo con una enorme sonrisa. Observaba con lupa todas las cualidades de Daniéll, tenía brazos anchos y espalda amplia. Una piernas y unos glúteos y que cosas que una señorita decente no debía pensar se aparecieron en su mente. 

-Ya la hicimos Daniéll- Juan hablo en susurro para que ninguna de las dos escuchara- tenemos dónde dormir

-Si ahora guarda silencio- dijo respetando que la señora Mónica les daba la descripción del cuarto.

-El cuarto tiene dos catres, una estufa de mesa, también tiene una mesa con dos sillas,- abrió el cuarto estando todo en orden- ahí está el baño- ella siguió con su descripción señalando una puerta en la parte izquierda del cuarto- el agua caliente es todos los días en la mañana- les extiende las llaves con las que abrió la puerta, era un cuarto pequeño- como ven no es muy grande

-No sé preocupe es perfecto- Daniéll observo no era la gran cosa pero era suficiente. Lo mejor de la vida era lo que se conseguía con esfuerzo y dedicación. 

-Muy bien los dejo para que descansen- la señora Mónica tomo a Melisa del brazo para dejarlos solos.

-Gracias señora- dicen en una sola voz Daniéll y Juan cerrando la puerta, Juan suelta su mochila en el suelo, se estira y sonriendo ve el lugar, no estaba mal. 

-Que suerte- dice Juan

-Si tuvimos suerte que bueno que la señora Mónica nos acepto, tiene buen corazón - afirma Daniéll- ahora vamos acomodar los catres y descansar, mañana tenemos que comenzar a buscar dónde trabajar

-Si vamos yo escojo primero- Juan corrió más rápido tomando el catre que estaba junto a la pared. 

-Como siempre me quieres ganar- Daniéll corrió al mismo catre llegando casi al mismo tiempo siendo el ganador Juan. 

En la casa;

-Melisa tienes prohibido ir al cuarto de esos jóvenes- le ordenó su mamá 

-Pero mamá qué tal si necesitan algo, puedo ir todos los días en la mañanas antes de ir al mercado ha preguntar si necesitan algo- sonríe solo de pensar en hablar con el chico de cabello negro que la ha cautivado. 

-He dicho que no jovencita- habló más fuerte- no sabemos nada de ellos así que debes obedecerme señorita- Melisa se cruzó de brazos no le gustaba que le prohibieran las cosas.

-Hazle caso a mamá hermanita- hablo Alan de forma burla al entrar a la cocina, desde la sala escucho a su mamá hablar con su hermana- por cierto mamá Sofía te mando saludar

-Hay que bella niña Alan porque no le dice que sea tu novia, es una chica muy buena y que te conviene- le dice Mónica provocando que su hijo se sonrojara

-Espero que sea pronto mamá te lo prometo- tomo los platos para acomodar en sus respectivos lugares para cenar- mamá ¿como te conquistó papá?

-Hay Alan eso fue amor a primera vista, así que no sufrió mucho para conquistarme- su mamá soltó una lágrima, como le hacía falta su gran amor, hacer diez años que había quedado viuda, por culpa de un asaltante que le arrebato la vida al padre de sus hijos, desde entonces se hacía cargo del puesto del mercado que había sido de la familia de él.

-No te pongas triste mami- Mónica sonrió a su hijo que la abrazo fuerte se limpió una pequeña lágrima que amenazaba con salir

-Vamos a cenar para después ir a descasar- dijo la mamá sonriendo, pero Melisa estaba sumergida en sus pensamientos.

-Si mamá- todos se acomodaron en la mesa, aunque Melisa estaba en otra parte, pensando en el nuevo inclino de la pensión, el joven de cabello negro la cautivo, su sueño hecho realidad, lo que siempre imagino de novio, de esposo de padre de sus hijos, un hombre guapo, fuertes, varonil y esa sonrisa, Dios que sonrisa, no podía olvidarla y sonreía al recordarla. Su imaginación comenzó a volar, viéndolo a él hablándole de amor en el oído, diciendo palabras tales como “que bella eres' o mejor “Melisa te amo”, como le gustaría que se hiciera realidad; “Daniéll” ¿ese es tu nombre?, “Daniéll tu serás mío, tu y yo seremos felices” eso pensaba Melisa dejando salir un suspiro y mirando por la ventana el cuarto donde Daniéll se acomodaba para dormir.

-Te fijaste como te veía la chica- le dijo Juan dándole un codazo a Daniéll- te comía con los ojos, creo que ya tenemos un corazón roto- levantó las cejas con una sonrisa

-No sé de qué estás hablando Juan- contesto frunciendo las cejas- por qué te gusta hacerte ideas

-De verdad no te diste cuenta- no podía creerlo, puesto que la mirada de la joven era insistente, y al ir caminando era un poco coqueta con Daniéll

-No Juan- torció los labios hacia abajo, y negaba con la cabeza- talvez te confundiste

-Para nada Daniéll esa chica se enamoro de ti- afirmó Juan mientras sacaba su ropa para ir al baño y darse una ducha

-Eso no puede ser,- su voz firme no dejaba duda que para Daniéll Melisa no existía

-Daniéll pero te comía con los ojos- repitió Juan con voz burlona- tantito faltó para que se lanzará a tus brazos, dale gracias a Dios que iba su mamá por qué si no- soltó una fuerte carcajada 

-De verdad no me fije- Daniéll no le daba importancia- además yo no vine a buscar novia, vine a estudiar y a trabajar- respiró cerrando los ojos- y tú sabes que mi amor es para la que se presenta en mis sueños

-Hay Daniéll tú siempre soñando con un espejismo, algo irreal porque  no te fijas en alguien de carne y hueso,- como hermanos se contaban todo uno del otro y Daniéll no era la excepción, él siempre soñando con unos bellos ojos azules celestes 

-Sabes tu más que nadie que siempre he soñado con ella y tengo la seguridad que algún día la voy a encontrar- se quitó la camisa negra para poder cambiarse con su playera- ella tiene una mirada llena de amor hacia a mi y con una ternura- mira el techo con los brazos cruzados bajo su cabeza- se que pronto la encontraré

-No te entiendo Daniéll todas las chicas del pueblo siempre te miraban con amor ¿Qué tenían sus ojos?- cuestionó Juan sentándose en la catre

-Si talvez, en eso tengas razón pero les faltaba ver ese brillo es sus ojos, dónde me dicen siempre “que me ama” y su corazón es solo mío y de nadie más, así la he soñado- soltó un suspiro Daniéll cerrando de nuevo los ojos trayendo a sus recuerdos esos sueños

-¿Y cómo es?- tenía curiosidad Juan por saber, aunque no creía que alguien pudiera soñar con su amor.

-No lo sé, solo he visto sus ojos que son de un azul cielo y tienen una mirada cálida, una ternura pero a la vez una gran fuerza- de pronto una almohada le pega en la cara, Juan sale corriendo al baño al ver a Daniéll levantarse para regresársela. Minutos después sale ya bañado y listo para dormir, encuentra a su hermano dormido.

-Hay Daniéll tú siempre soñando- Juan no creía que fuera posible estar enamorado de un sueño- descansa hermano soñando con tu espejismo.

-Ven, ahora te necesito- dentro de su sueño escucha una voz Daniéll voltea y ve que sus ojos de princesa están tristes

-Aquí estoy, pronto yo te quitaré esa tristeza amor.- entre nubes se desvanece.  

Daniéll soñando, aparté de buscar su pasado algo más lo había llevado a esa ciudad, algo que pronto descubrirá…

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