Capitulo 5 — ¿Apostamos?

Después de 4 largos años aún sigo al frente del equipo y aún me doy mi lugar como se debe. Me encanta vivir al límite de todo placer, de toda diversión, así que, ahora conocerán un poco de mí.

― ¿Iremos hoy al Club Mable? ― pregunto Lena mientras estaba toda acostadita en el sillón de mi oficina.

― Llama a Paola, quizás ella quería ir, además es viernes ― contesté sin mirarla, estaba revisando la agenda de los próximos partidos pues apenas empezaba la temporada para el Super Bowl 2018, teníamos que llegar a jugar en él, como siempre lo habíamos hecho.

― Bueno, será emocionante. A no ser que quiera desperdiciar el tiempo con ese disque novio que tiene ― dice con tono burlón.

― Bueno, supongo que coge bien. Una nunca sabe ― soltamos una risa algo fuerte, adoro a esta chica.

― Ay vamos, tú has probado más hombres que la mismas mujeres de la vida galante.

― ¡Oye que grosera! ― le aviento una pluma, ¿Cómo se le ocurre compararme con ellas?

― ¡Hey! Solo dije la verdad, pero mira a ti te buscan mi reina y hasta hacen fila para después regalarte collares Swarovsky, Tiffany's, carros... Ay no mujer de verdad que tienes suerte ― sonrió de lado y pues yo no lo llamaría suerte. Amo mi vida de soltera, no deseo nada más, me gusta disfrutar los placeres del mundo y sobre todo de mi cuerpo.

― Solo son hombres cariño, si les digo que no, dejarán de molestar y se irán a buscar otro hoyo donde meter las bolas ― ríe y se levanta para ponerse los zapatos.

― Bueno, en fin, deja llamo a la mujer está que se desaparece cuando quiere y no me invita.

― Tiene todo el derecho Lena ― río y prosigo ― además recuerda que está por tomar el control del restaurante de su mamá así que, quizás no podamos vernos más adelante.

― Que aburridas ustedes, ¿Por qué no se toman un día libre? ― reclama sentándose en la silla frente mi escritorio, está mujer me va a volver loca.

― Vamos Lena, eres la dueña de una de las mejores cadenas hoteleras y vienes a recostarte cada que quieres en mi sofá en vez de ver cómo va tu negocio.

― Oye, se cómo va el negocio. Solo tengo que hacer click en mi computadora y ¡Boom! Cash a mi cuenta mami ― me carcajeo por qué es la maldita verdad, Lena es igual o más inteligente que yo. Sabe cada movimiento que hay en sus hoteles, sabe las malditas cuentas, sabe infinidad de cosas. No entiendo cómo lo logra.

― ¿Eres bruja o algo así?

― No mi reina, soy una mujer empoderada y chingona con la que no deben meterse más que para hacerme gemir, así que debes dar gracias de que eres mi amiga loca.

― Anda llama a Paola que de verdad quiero divertirme hoy ― sonrió con picardía pues las tres somos amantes de disfrutar los dulces placeres de la vida. Es raro encontrar amigas que disfruten del sexo como tú lo haces, pero, para mí fortuna, las halle a ellas y en el mejor lugar del mundo.

― Dice que si, anda termina eso que nos vemos con ella allá a las 9 PM.

― Bien, es noche loca el día de hoy ― sonreí y me dispuse a terminar de revisar los documentos mientras Lena hace llamadas y revisa miles de cosas en su celular.

Cuando dan las 8 PM me levanto de mi silla y llamo a mi asistente, casi siempre nos quedamos hasta tarde los viernes por el exceso de trabajo que se empieza a dar cada que una nueva temporada de juego inicia.

― Dígame CEO ― responde cuando entra sin olvidar saludar a Lena con cortesía.

― Janneth aquí están los papeles que faltaban, están todos firmados y para que los entregues al Entrenador y dile que lo veré el lunes en aquí en mi oficina antes de que entren los muchachos.

― Claro que señorita, si es todo me retiro.

― Gracias Janneth y ve temprano a casa ― asiente y sale de mi oficina.

― ¡Hey Lena!, deja ese maldito celular y vámonos que tardaremos en llegar si hay bastante tráfico ― pateo ligeramente sus piernas y ella se queja.

― Oye no soy un balón Mariel, ashh solo estaba mandando un mensaje, pero ya vámonos que hace calor y quiero que alguien me lo quité.

― Bueno quizás hoy, haya buenos peces en el agua, una nunca sabe.

Las dos salimos del edificio y cada una se monta en su auto, debí destacar que soy amante de los Ferrari y mi amiga de los Audi y como no serlo si las dos tenemos para comprarnos cualquier maldito carro que se nos ocurra.

― ¿Te atreves a tener una carrera conmigo? ― me preguntó Lena antes de entrar a su Audi R8, un modelo que me encanta, pero no tanto como mi bebé.

― ¿Cuándo te he rechazado una carrera maldita? No olvides que me apodan la Diabla Lena ― reí antes de entrar a mi Ferrari Roma último modelo.

― Eso ya lo veremos Maldita diabla ― entro en su auto y sin perder el tiempo lo encendió, hice lo mismo y las dos arrancamos una seguida de la otra.

No nos gustaba jugar en mi estacionamiento por qué en primera, lo tenía prohibido, yo hice esa regla así que debía de respetarla, segunda, hace algunos años un hombre alcoholizado uso mi estacionamiento como pista de carreras y lastimó al novio en ese entonces de mi asistente, dejándolo herido de una pierna y sin la posibilidad de recuperarse así que me tomo muy enserio esa regla más por qué, Janneth es un excelente elemento y siento que le debo la vida.

― ¡Hey Diabla! ¿Apostamos? ― mi amiga me alcanzó en el primer semáforo.

― ¿Qué quieres apostar? ― sonreí con alevosía pues no había nada que no pudiera conseguir.

― Tu Ferrari Portofino M ― sonrió con picardía y la desgraciada sabe dónde darme.

― Bien, yo quiero una cita con tu Primo. Déjame quitarle su virginidad ― abrió sus ojos de par en par pues estoy segura de que no se esperaba eso y bueno, a quien quiero engañar su primo está hecho un bombón y siempre le he dicho eso, aunque ella impide que me le acerque.

― ¡Hecho! ― hizo rugir el motor y me sonrió de lado.

― ¡No te debes retractar! ― voy dando ligeras aceleraciones, amo a mis bebés y me gusta cuidarlos.

― ¡Jamás! ― el semáforo se pone en verde y las dos aceleramos dejando detrás una nube de humo producto de las llantas.

Mantengo mi mirada en el frente evadiendo cada auto, cada obstáculo que se me pone en el camino. Debo aceptar que Lena también es muy buena al volante, pero, ella no tiene un hermano que es mecánico y un excelente piloto de carreras.

Miro por el retrovisor y mi amiga literal me pisa los talones, pero no la dejaré ganar, ese hombre debe ser mío, aunque sea una sola noche, después cada quien a su mundo. Pienso en algún atajo que me lleve directo al Mable y, como por arte de magia, el foco se me prende.

En al siguiente intersección doy vuelta en U sin importarme los Claxons de los demás automóviles pues mi destino está en juego, veo como el Audi de mi amiga sigue derecho y creo que ella no recuerda este atajo. Tardo alrededor de 10 minutos en llegar y justo cuando estaciono mi carro el de mi amiga llega 5 segundos después frenando como desesperada.

Me quitó el abrigo y bajo de mi Ferrari tomando mi bolso, miro que hace lo mismo y se para frente a mí.

― Maldita no sabía que tenías trucos tan bajos ― me señala y es que algo que tiene Lena, no le gusta perder, como a mí.

― Mamita no pusiste reglas ― me cruzo de brazos y sonrió con satisfacción.

― Bien, entonces te presentaré a mi primo para que le hagas todo lo que quieras ya, acepto mi derrota ― golpea el piso con el pie como niña berrinchuda ― ¡Yo de verdad quería tu Ferrari!

― ¡Cómprate uno, como si no pudieras! ― camino a la entrada y le lanzó las llaves al del valet parking al igual que Lena.

― Es mejor que tú me lo regales o quitártelo ― las miradas se centran en nosotros, aunque las dos llevamos trajes de oficina no pasamos desapercibidas, mi amiga Lena es la típica rubia, curvilínea, ojos azules que te mira como si fueras poca cosa, aunque por dentro es un amor.

Y yo, bueno yo, soy la mujer que deseas tener en tu cama, pero, si no quiero, no puedes. Pelinegra, ojos azules, vientre plano y pechos considerables me hacen ver cómo la diosa inalcanzable que puedo ser y la fiera que es capaz de enfrentar a cualquier.

― Es hora de la locura ― dice Lena.

― Señoritas bienvenidas ¿La misma sala de siempre? ― pregunta la chica encargada.

― Si por favor y, danos pases especiales para la zona X por favor ― ella sonríe y asiente.

― Sus máscaras mis señoras ― nos entrega un par de máscaras de color negro, le agradecemos y caminamos hacia las escaleras que llevan a esa zona, una donde tus más locas fantasías, pueden hacerse realidad.

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