Capítulo 4

propias manos. ¿Entiendes?, no vuelvas a tocarme o te mato.

—Pagarás por esto, Katherine, lo pagarás y lo sabes. —amenaza mientras corro a mi habitación y me encierro en ella, no soporto más todo esto, me abrazo a mí misma para buscar la paz que he perdido y mi esfuerzo es inútil.

Al poco tiempo escucho que tocan la puerta de la habitación Y me tenso de inmediato, hasta que sé que es Valentino quien me llama.

No dudo en correr para abrirle la puerta, no me importa el estado en el que me encuentro, mis lágrimas, el desastre que soy, sólo me importa su presencia, me lanzo a sus brazos hundiendo mi rostro en su cuello y es ahí donde me rompo.

Tantos meses conteniéndome, fingiendo que no pasa nada, pretendiendo que puedo llevar sola esta carga que tengo sobre mis hombros.

Ya no puedo más con esto.

Ya no.

No sé cuánto tiempo llevo en su regazo, no habló, no preguntó nada, solo se quedó quieto acariciando mi cabello y abrazándome, armando mis partes rotas, mis partes destruidas.

Es obvio que preguntará qué sucedió al ver que he vuelto a la realidad, y también está consciente de que por más que insista, no le diré nada.

Lo que sí me asustó mucho fue verlo decidido cuando dijo que irá a preguntárselo al mismo Caín. Salió dispuesto a buscarlo.

Si Caín se entera de que Valentino está presente en mi vida, no lo dejará tranquilo. Y no temo por Valentino, sino por lo que puede hacer Caín en su contra para perjudicarlo. No quiero que Valentino salga mal en todo esto.

Quiero resolverlo, pero aún no sé cómo y el tiempo se me está agotando.

Valentino.

En ese momento un tanto ebrio, no noté que sus ojos verdes no eran jade, no noté que sus labios iban de un tono rojo carmín, un tono que siempre negó ponerse, no noté que su cabello no era castaño claro, sino rojo caoba.

Abro los ojos, y me siento de golpe en mi cama, las manos van directo a mi sudado rostro, volví a retroceder muchos años en mis sueños recordando el inicio donde todo con Kathy terminó.

 Mi celular suena con una llamada entrante, la foto que aparece es de Arturo, estirando los labios como dando un beso al aire, este maldito la puso de imagen de contacto y es la que aparece cuando me llama, deslizo mi dedo sobre la pantalla para contestar.

—Hola, bello durmiente ¿corremos? Llego en quince. —cuelga antes de que articule alguna palabra.

Me levanto, me pongo ropa deportiva y espero unos minutos, cuando escucho el claxon, veo el auto de Arturo estacionarse.

—¡Hola, baby! ¿Cómo te amanece hoy? —Pregunta en tono burlón y yo gruño subiéndome al auto— ¡Aaww! Me encanta tu buen humor, amor.

Sabe el que porque de mi mal humor, ayer que salí del apartamento de Katherine, lo llamé y le hice saber que me dirigía al bufet del imbécil de Montenegro, pero justo en la entrada del edificio, Arturo, me estaba esperando, y a la fuerza me hizo entrar a mi auto y me llevó lejos de ahí.

Por obvias razones no quería hablar con este idiota, quería golpearlo hasta matarlo, es más, lo deseo con todos mis huevos.—¿Has averiguado algo con su amiga? —pregunto después de un tiempo en silencio.

—No mucho, he logrado más con el investigador —dice sacando de la guantera una carpeta y me la entrega, leo su contenido en silencio, cuando Arturo se estaciona, estoy mal, muy mal con la información. Se baja del auto y lo rodea para abrirme la puerta, al ver que yo no reacciono,  pone una mano sobre mi hombro—, vamos hermano, necesitas correr un poco.

Y eso hago, agradezco el silencio de Arturo, me conoce muy bien y sabe que cuando no quiero hablar, es porque estoy digiriendo las cosas.

Corremos en silencio, mi mente reproduce una y otra vez la condición en la que la encontré en su apartamento anoche. Me torturo una y otra vez pensando en si él ha abusado más allá de lo que he visto, en que si alguien más sabe de esto aparte de su amiga.

Su padre, ¿dónde está?, me detengo en seco, y Arturo me mira con detenimiento.

—Has lo que tengas que hacer. —digo, sin más, asiente, seguimos el recorrido hasta llegar al auto para regresar a casa

Me despido de Arturo que me promete proseguir con lo acordado, mientras me preparo para ir a las oficinas.

Me refugio como siempre en mi trabajo, tecleo en mi laptop como un desquiciado tratando de que mi mente deseche cualquier pensamiento que tenga que ver con Katherine.

Escucho que la puerta de mi oficina se abre.

—Vamos de excursión. —escucho a Diana al entrar.

No levanto la mirada, no quiero ver a su acompañante, no hoy.

—Pasas demasiado tiempo aquí —suelto algo irritado sin levantar la mirada de los documentos que Sammy me trajo hace media hora.

—Eres muy grosero —responde dolida—, al menos mírame cuando te hablo —me reprocha.

Levanto mi mirada hacia ellas y no quiero sonreír, estoy molesto con ella, con Katherine.

—Estoy cansado, Diana —por el rabillo del ojo diviso a Kathy quien solo está de pie con su Tablet acunada a su pecho, lleva un vestido ceñido a su cuerpo color navy que le queda divino—, necesito terminar unos contratos nuevos, no solo trabajo para Many Company ¿entiendes? —estoy siendo duro con ella, lo sé, pero no soporto más esta maldita situación. Y me estoy desquitando con mi mejor amiga, la primera y única mujer que he amado como si fuese mi hermana. Sus ojos marrones están en orbes y se empiezan a cristalizar.

—Lo siento —dice sollozando, por sus mejillas corren lagrimas cual cascada, de inmediato me levanto y ayudo a sentarse, me arrodillo y me abrazo a su barriga, mientras sigue sollozando—, lo siento—vuelve a decir—, solo quería mostrarte esto. —Kathy, me pasa una carpeta y yo la tomo apenas dándole una rápida mirada.

—No Panza, tú perdóname, solo estoy estresado y muy molesto por… cosas —escucho su respiración controlarse y disminuye sus hipidos, beso su abultado vientre para consolarla—, no debí gritarte, no tienes culpa, lo siento, bebé. —le hablo directo a mi extraterrestre sobrino o sobrina, saco un sonoro suspiro cansado y frustrado, y ella lo nota.

—¿Es esa Kathy la que te tiene así? —pregunta limpiando sus mejillas, yo me tenso un poco al recordar que ella está presente, aun, así asiento.

—Es ella —digo al final con un filo de molestia y frustración en mi voz—, ella regresó y me tiene así, Panza. —le respondo todavía abrazado a su barriga y con los ojos cerrados para evitar ver a la causante de mi estado.

—¿Por qué no hablas con ella? —pregunta acariciando mi cabello.

—No quiere escucharme, supongo que aun siente rencor hacia mí por lo que le hice, los recuerdos del pasado no la dejan perdonarme —le explico abriendo mis ojos y dándole una rápida mirada a Kathy, ella solo observa incomoda y acomodo la cabeza otra vez sobre el vientre de Diana, sintiendo leves pataditas por parte de su extraterrestre bebé.

—Si no estuviera embarazada, voy y la obligo a escucharte. —eso me hace sonreír.

—Lo sé, mi Panza, pero las cosas no son tan fáciles.

—Nada en la vida es fácil, no importa lo que hiciste en el pasado, las personas no pueden solo juzgarte por eso, todos evolucionamos, eres un buen hombre, Valentino, siempre lo has sido. Has estado conmigo en los mejores y peores momentos, me ayudaste a salir adelante aun cuando yo misma no quería hacerlo, sostuviste mis manos para no dejarme caer y quiero hacer lo mismo contigo, si es posible iré donde esa tal Kathy y le daré una lección de vida.

Al escuchar eso observo a Katherine tensarse, debe saber lo que Diana es capaz de hacer por los seres que ama, y conmigo no será la excepción.

Levanto mi vista a Panza sin separarme de su vientre.

—La engañé Di, yo le fallé. —ella sigue viéndome y acariciando mi cabello.

—Y si es así, ¿por qué tus ojos me dicen otra cosa?

—Porque no fui consciente de ello.

—Sin embargo, te sientes culpable. —adivina lo que siento sin esfuerzo.

—Muy culpable —confieso dolido—, aunque siendo sincero, ya no sigue siendo la misma de antes.

La confesión se ve interrumpida cuando la puerta se abre dejándome ver a Fabrizio.

—Otra vez mimándolo, Ciela, lo tienes mal acostumbrado. —le reprocha, me levanto del regazo de Diana, a regañadientes y me siento en mi silla para seguir trabajando.

Kathy, no dice nada mientras estamos trabajando solos, Diana solo necesitaba firmar unos documentos, y antes de irse dijo: «abre la carpeta», por lo que lo hago ante la atenta mirada de Kathy.

Niña…

El bebé extraterrestre de Diana es niña, sonrió como un estúpido, me alegra tanto ver como ella ha evolucionado, ha dejado sus fantasmas atrás, y ha hecho su vida, ahora tendrá una niña a la cual proteger y yo lo haré con ellos.

—Te alegró la noticia —afirma Kathy dejando que por fin escuche su voz.  La miro con seriedad, su rostro refleja cansancio.

—Demasiado, su vida no ha sido fácil, pero me alegra que haya llegado hasta aquí. —Aparto mi mirada de la suya y sigo tecleando en mi computadora.

—¿Pasa algo? —en su voz hay desasosiego

—No pasa nada, Andrea. —levanto la vista unos segundos, veo su ceño fruncido, y sigo tecleando.

—¿Ahora soy Andrea? —me reprocha.

—Así te presentaste con Diana, y también lo hiciste aquí—sigo serio—, y entiendo tus razones.

—Ah, ¿sí? —Asiento—, según tú, ¿cuáles son esas razones?

—Caín Montenegro —dejo de mirar la pantalla para responderle, y se tensa de inmediato al escucharlo—, tu prometido y futuro esposo. Cuando te cases con él no tendrás que trabajar, así que no te esfuerces por agradarle a Diana, pronto se enterará de quién eres. —soy duro con ella estoy consciente de eso, es razonable, estoy cabreado.

Lame sus labios, nerviosa y se pasa la mano por su cabello digiriendo mi veneno.

—Estás equivocado. —se defiende. Saco una risa sarcástica, incrédulo a su afirmación.

—Ah, ¿sí? ¿Me dirás que estás comprometida con él porque lo amas? —niega con la cabeza  bajando la mirada— Y no porque el patrimonio de tu padre está en la banca rota y solo así lo puedes levantar, estás con él por el beneficio que te traerá, por dinero. —mi voz se eleva sintiendo la bilis subir a mi garganta, estoy rojo de la ira—, te desconozco, te desconozco Kathy, por eso de ahora en adelante serás Andrea, para mí.

Su rostro se desencaja, está herida, sé que la he lastimado, sin embargo, no dice nada, solo niega con la cabeza y sus ojos jade se cristalizan, pero no deja que vea una sola lagrima caer, aspira profundo llenando sus pulmones, se levanta y se encamina hacia la puerta, no obstante, antes de salir se gira hacia mí.

—Piense lo que quiera, señor Fontaine. —y de un portazo desaparece de mi oficina.

—¿Dónde está Andrea? —pregunta mi embarazada amiga al entrar después de varios minutos de haberse ido.

—Kathy, dirás…

—No entiendo, Valentino.

—Andrea es Katherine, usa su segundo nombre supongo que para ocultar el compromiso con Caín Montenegro. —Se sienta un poco impactada.

—¿El abogado de la firma en la que trabaja Santiago, el hijo del capitán Mendieta?

—¿Cómo sabes eso?—Rueda los ojos.

—Ese tipo no deja de hablar de eso, es el maldito Narciso reencarnado, es su tema favorito, el bufet Montenegro, es el mejor del país y tiene varias sucursales alrededor del mundo, solo los mejores abogados están ahí, pero se dice que su fama se debe a “influencias” —hace señas con sus dedos dando a entender que es por dinero sucio—, son unos corruptos.

Me quedo pensando en lo que está diciendo.

—¿Qué harás con Andrea?

—Nada —se encoje de hombros—, la chica es buena y me agrada, dime algo, ¿tu molestia tiene que ver con su compromiso? La chica tiene derecho a hacer su vida Valentino, aunque sea con un cretino hijo de puta. —me regaña.

Le paso la carpeta que me dio Arturo, ella la lee con cuidado y entorna los ojos haciendo muecas, frunciendo el ceño y los labios.

—¿Ahora entiendes mi enojo hacia ella?

—No.

—¿Qué?

—¡Hombres! —dice como respuesta obvia—, siempre sacando conclusiones a la ligera.

—¿Me lo dice la que pensó que Fabrizio tenía una relación con Soraya, su ex de la secundaria?

Touché, dejemos eso en el pasado, es mejor averiguar con Narciso, digo Santiago.

—¿Por qué estás haciendo esto? —pregunto porque ella no es así, es más, todo lo manda al carajo.

—Estoy embarazada y pienso en mi pequeña, y ahora soy más responsable, y porque te amo y bueno, la chica me agrada, de verdad. Sé lo que es estar comprometida con la persona que amas —hace una pausa—, dos veces, y no veo en Andrea o Katherine, como quieras llamarle, ese brillo de ilusión, es más, es notoria la incomodidad al mencionárselo.

—¿Acaso no leíste? Estás embarazada, Panza, no ciega, maldita sea —me fulmina con la mirada—, es por dinero. El negocio de su padre se ha ido a pique, es para levantar su patrimonio.

—¿Y todo eso lo averiguo el investigador con solo seguirla?—inquiere sin creérselo, aun mirando el documento—, ese tipo, ni siquiera ha dado el anuncio de su boda, es más, no deja sus conquistas.

—Ambos deben tener un acuerdo, es lo más seguro. —le restó importancia porque me da asco pensar en eso.

—Hummm —masculla y luego bufa negando.

—Panza, dime que pasa por tu loca cabeza de embarazada.

—No lo sé Rick, parece falso —me río al escucharla haciendo alusión a ese programa de empeños de las Vegas—, hablando en serio es que…

—¿Qué? —la corto frustrado de sus vueltas al asunto.

—Si crees todo esto, no cabe en mi mente que tú te enamoraras de alguien así.

—Las personas cambian.

—No las buenas, ellas cambian para ser mejor —Se levanta y me extiende los documentos—, yo que tú, busco una segunda opinión —me da un sonoro beso en la mejilla y me hace sonreír—, te amo.

—Y yo a ti —así, se va dejándome con la duda.

Buscar una segunda opinión, ¿con qué objetivo? Que ella haga con su vida lo que le plazca.

Me recuesto en mi silla viendo el techo de mi oficina, y cierro los ojos.

«Si crees todo esto, no cabe en mi mente que tú te enamoraras de alguien así».

¡Maldita sea Diana! tenías que sembrar la duda en mi cabeza.

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