3. La Primera Invitación

—¡Matías, acércate! — Me grita y me toma algunos minutos reaccionar, es que verdaderamente me he perdido mirándola. Camino hacia ella y me paro a su lado. —Abre tu mano. —  Me pide y hago lo que me pide. Ella deposita algunas galletas en la palma de mi mano, y sentir el contacto de su piel sobre la mía provoca una corriente en todo mi cuerpo, algo que hace tiempo no sentía.

—¿Que hago ahora? — Le pregunto perdiéndome en su mirada. 

—Solo dale la orden de que se siente, pero con tu voz bien firme, ¿sí? — Me explica.  

—De acuerdo. — Respondo y tal como ella me ha indicado le doy la orden a Danko y después de tres intentos finalmente me hace caso. —¡Funciona! — Exclamo feliz.

—De a poco, solo es cuestión de que se acostumbre. — Informa sonriente.

—Entiendo... — Es lo único que se me ocurre decir y creo que debo parecer un idiota. 

—¡Mami! — Escuchamos al pequeño gritar.

Volteamos hacia el lado donde esta la casa de mis padres y ahí está él corriendo desde aquel jardín hacia Aitana sin dejar de llorar —¿Que sucede cariño? — Le pregunta agachándose y tomándolo entre sus brazos. 

De repente, veo a mi madre acercarse a nosotros —Aitana, lo siento; estaba jugando con mis nietas y ya saben cómo son los niños con los juguetes. — Le explica. 

—¿Que sucede campeón? — Le pregunto al pequeño.

—No me quisieron prestar el piano. — Dice y sé que se refiere al teclado de juguete que le regale a Kiara.

—Cariño, pero no llores. —  Intenta consolarlo. —Matías, lo siento tanto. — Me dice muy apenada. 

—No pasa nada, yo sé como calmar a este niño. —  Le digo sonriente. 

—No tienes porque molestarte. — Comenta con vergüenza.

—No es ninguna molestia, pero vamos. — Le insisto.

—De acuerdo. — Dice y me sigue por el jardín con Daniel en brazos.

Entramos a la casa y me doy cuenta de que Daniel debe realmente pesarle.

—¿Me permites? — Le pido y tomo al niño entre mis brazos mientras que él sigue sollozando. —Ahora verás un piano de verdad, sabes, además de escritor, se me da muy bien el piano, como te dije antes desde que era un niño como tú, me gusta la música además de escribir— Le digo y abro la puerta de mi despacho donde también esta el piano. 

—¡Guau! — Exclama cambiando su carita por completo.

—Ahora si querrá venir siempre. — Comenta Aitana entre risas.

—Por mi encantado. — Le confieso y me siento al piano con él sobre mi regazo. —¿Tocamos? — Le pregunto y él sin dudarlo coloca sus pequeños deditos sobre las teclas. 

Me sorprende mucho que a pesar de que es muy pequeño tiene claro como tocar cada tecla; me recuerda a mi cuando era pequeño. —No sé como agradecerte esto, lo estás haciendo muy feliz. — La escucho decir.

Volteo para mirarla y noto como sus ojos están conteniendo sus lágrimas. —¿Te encuentras bien? — Le pregunto algo preocupado.

—Si, solo que me imagino que a él le gustaría estar así con su padre, pero ni siquiera se como encontrarlo. — Explica.

—Me imagino... Si hay algo en que te pueda ayudar, solo déjame saber. — Le ofrezco.

—No, ya estás haciendo mucho. Ni siquiera te cobraré por lo de hoy, ¿vale? — Negocia. 

—¡No, ni se te ocurra! Si quieres pagarme por esto, yo se que puedes hacer. — Le digo con una amplia sonrisa. 

—¿Que? — Cuestiona con una media sonrisa que me hace suspirar.

—Acepta cenar conmigo. — Le pido sin rodeos en un acto de total atrevimiento.

—¿Una cena? — Pregunta sorprendida.

—Si, ¿que dices? — Insisto.

—No sé si es correcto... — Murmura.

—Yo digo que si es correcto. — Señalo con una amplia sonrisa. 

—Está bien, acepto ir a cenar contigo. — Me responde mientras el pequeño sigue creando melodías algo desordenadas. 

—¿Está noche? — 

—No tengo niñera. — Explica.

—Déjalo aquí. — Ofrezco. 

—¿En serio? — 

—Si, mi madre no se negara a cuidarlo— Comento.

Ella se acerca al niño y se agacha enfrente de él. —¿Quieres seguir jugando con Kiara y Sara esta noche? — Le pregunta al pequeño.

—Si mami. — Le responde inmediatamente mientras sigue tocando el piano.

—Bueno ahí está tu respuesta. — Me dice entre risas.

—Gracias Daniel. — Digo sonriente y le doy un beso en la frente.

—Ahora resulta que son mejores amigos. — Bromea Aitana.

—Ya verás lo bien que nos lleváremos. — Digo divertido.

—No lo dudo... — Responde ella y no puedo creer que este cometiendo todas estas locuras.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo