¿A Costa de que?

Después de que Demián salió de mi departamento ese día, no tuve más noticias de él, sabía que estaba molesto conmigo y no lo culpaba, fui muy torpe.

Pensé millones de veces, quizás habíamos terminado aunque nunca lo hicimos oficialmente.

Era mi culpa, lo sabía, oculté lo que nunca debería haber ocultado y después terminé con todo, sé que Demián se dio cuenta que había mentido en lo de la operación pero no dijo nada, tan sólo intentó concientizarme para volver con él pero no pude, era mejor alejarlo de mi vida.

****

Los años pasaron rápidamente, no los sentí, me enfoqué en mis estudios, no busqué novio, no busqué pareja ni tampoco amantes de una noche, seguía plagada del perfume embriagador que desprendía Demián en mi cuerpo.

No podía negarme que seguía enamorada hasta las patas de él pero mi conciencia no podía olvidar lo que había hecho y eso hacía que sienta que no lo merecía.

Llegó mi graduación, invité a mi familia para que me acompañen en el acto y le pedí a mi hermano que no le cuente nada a Demián.

-Renné debes estar jugando ¿Verdad?

-No, Jeremy, no quiero que Demián venga.

- Demián no dejó de amarte, no lo vi andar con nadie todos estos años, me contó que lo trataste muy mal esa vez que fue a verte.

- Quería que vuelva con él pero yo no quise hacerlo y ya vez,  fue por una buena razón, en estos momentos ya soy profesional.

-¿A costa de qué?

La pregunta que hizo Jeremy era la correcta, ¿A costa de qué? De mi felicidad y la de Demián, ninguno de los dos estábamos viviendo, nos habíamos encerrado en esta relación y eso no era nada bueno para ninguno.

- Mis padres irán a tu acto pero no podrán quedarse para la fiesta, tienes que disculparme pero no podré asistir porque tengo mucho trabajo.

-No te preocupes Jeremy, está muy bien que los papás vengan al acto, yo tampoco iré a la fiesta, no estoy de ánimo, tampoco compré entradas.

-¿No estás de ánimo o no tienes pareja?

-Las dos cosas.

-¡Es tu graduación!

-A la que no quiero ir.

-No seas ridícula Renné, es parte de todo tu esfuerzo.

-Deja el discurso, hablamos después, debo ir a medirme la toga y el birrete.

Colgué el teléfono molesta, Jeremy es mi hermano mayor, uno de los mejores amigos de Demián, le encanta inmiscuirse en mi vida, es su deporte favorito.

****

Unos días después fue el acto de mi graduación en la Universidad, mis padres estaban orgullosos de mí, se quedaron todo el acto, me saqué muchas fotografías con ellos y después de comer algo en un restaurante, volvieron a Toronto.

Cansada volví a mi departamento, me eché en cama, leí mi diploma una y otra vez, estaba orgullosa de mi misma, por lo menos algo de mi vida había logrado salir bien.

Sonó mi teléfono contesté distraída.

-¡Felicidades, hermanita! - exclamó efusivamente.

-Gracias, Jeremy.

-En estos momentos debe estar llegando mi regalo a la puerta de tu casa - mágicamente sonó el timbre de mi casa.

-¿Qué me mandaste?

-Abre la puerta y lo sabrás.

Fui hasta la puerta, la abrí emocionada, me encontré con el portero de mi edificio que tenía en la mano un gran paquete, lo recibí y como si fuera una niña pequeña lo abrí con desesperación, me encantan los regalos.

Era un vestido azul de fiesta Gucci, me quedé anonadada al verlo, nunca soñé tener un vestido tan caro. Tomé el teléfono todavía sorprendida por el gran regalo que mi hermano había hecho

-Gracias Jeremy, no puedo creer el regalo que me mandaste.

- Lo mejor para mí hermana, ahí no termina el regalo, quiero que esta noche te luzcas con ese traje en tu fiesta.

-Ya te dije que no quiero ir.

-Pero irás, en el paquete está la entrada que mandé a comprar, ve con tus amigos y diviértete, saca a pasear el Gucci.

-Solo porque este Gucci tiene que pasear, lo usaré esta noche.

-¡Genial! Acuérdate de mí cuando estés llegando, felicidades hermanita.

-Gracias Jeremy.

Colgué el teléfono y volví a contemplar el precioso vestido azul, comencé a imaginarme los zapatos y el bolso que usaría, debía ser tan espectacular como el traje.

Saqué de mi maleta mis sandalias azules que usé una vez y nunca volví a usar, quedaban perfectas, por suerte las sandalias tenían su bolso del mismo color.

Para la noche me arreglé con un moño alto y me maquille lo mejor que pude, todo para lucir mejor mi traje Gucci.

A las siete de la noche tomé un taxi, decidí darles una sorpresa a mis amigos y aparecerme en la fiesta sin avisar a nadie de mi asistencia.

Cuando el taxi paró en frente de la puerta del Gran Hotel, quedé petrificada al ver que alguien aparecía para abrirme la puerta y darme la mano. Demián estaba ahí, con un corsage en la mano, una hermosa visión en smoking,  pulcro, sexy, hizo que mis bragas se mojen ese mismo instante.

Cuando por fin pude recuperarme y salir del taxi, tuve que engancharme del brazo de Demián con rapidez para no caer desmayada por la sorpresa.

-¿Qué haces acá? - pregunté temblando ni bien puse mi mano en su brazo.

-Acompañarte en tu fiesta de graduación, necesitabas pareja, ¡Aquí estoy!

¡Mataré a Jeremy! no debía contarle nada, no sabía cómo comportarme, lo miraba embobada, no podía con mis propios instintos, sus ojos avellana brillaban con las luces del salón, esa sonrisa esplendorosa con la que siempre andaba completaban a un perfecto gentleman.

Mis compañeras y compañeros estaban boquiabiertos al ver a mi guapo y perfecto acompañante, tanto que fue la sensación de la noche.

Entre baile y ponche, hablamos de cosas sin sentido, cosas muy irrelevantes, sin mencionar en ningún momento nuestra relación.

-Te llevo a tu departamento...- exclamó mientras me llevaba del brazo afuera del salón que iba quedando vacío.

-Ok, gracias por acompañarme.

-Eso hace una pareja de baile ¿Verdad?

Al llegar a mi edificio, mi cerebro ya no funcionaba, tan solo las emociones, un poco la bebida  y para ser verdad mis hormonas eran las que hablaban.

-¿Quieres subir un momento?

-Sí, claro, mañana me iré a las diez de la mañana, puedo subir un rato para que sigamos con la celebración.

-Muy bien - respondí sin pensarlo dos veces.

Empezamos a subir las escalinatas hasta mi departamento, pero esa cosa extraña que nos envolvió desde siempre se hizo más fuerte en cada escalón que subíamos, Demián se acercó más a mi cuerpo y me detuvo en el descanso de los escalones.

-Unos escalones más y estamos en mi departamento - comenté nerviosa.

-No me importa llegar a tu departamento - respondió mientras me atraía a su cuerpo.

Me plantó uno de sus besos arrebatadores, de esos que ya no me dejaban pensar con claridad, levantó mi vestido hasta arriba, bajando con su otra mano mis bragas, soltó mi boca, me puso de espalda para que me agarré del pasamanos, no esperó ni medio minuto cómo para que no escape del embrujo, sentí como se introdujo dentro mío deshizo mi moño para jalar mí cabello para atrás, mientras me embestía con fuerza y pasión, después soltó mi cabello y sus manos fueron al encuentro de mis pechos, les hacía el amor con las manos mientras poseía mi cuerpo cada vez que le daba entrada entre mis pliegues, estaba en éxtasis, estábamos en las gradas de mi edificio, alguien podía salir pero a mí no me importaba, los pliegues de mí sexo aceptaban a Demián con tanta facilidad que olvidaba todo lo que me rodeaba. Salte a sus brazos amarrando mis piernas a su cadera, Demián subió conmigo las últimas escalones mientras nos devorábamos a besos, intentando abrir la puerta del departamento, seguía dentro de mí, nunca había salido, era el gusto de poseerme desesperadamente.

Al entrar nos sacamos la ropa con velocidad, en esos momentos no me importaba que fuera un Gucci el que tiraba al piso, mi cuerpo gritaba el nombre de Demián, quería ser poseído sólo por él y lo demás que nos rodeaba no importaba en lo más mínimo.

Del sillón, a la mesa del comedor, de la cama, a la ducha y de la ducha a la cocina, saltamos en cada cuarto, sin descanso, era tan solo la necesidad de justificar esos años de separación causada por mi mala cabeza.

Tirados en mi cama después de haber follado incansablemente toda la noche, pude fijarme que el sol se asomaba tímidamente por mi ventana, la noche había acabado y con ella está locura frenética que siempre sucedía cuando tenía en frente a Demián.

Demián dormía abrazado a mi cuerpo, como si no quisiera alejarse de mí, no tenía excusa, sabía que me preguntaría si volvería a Toronto, pero en estos momentos, no quería hacerlo, me sentía todavía muy culpable por la locura que había hecho y estás locuras hacían que mi culpabilidad crezca todavía mucho más.

Unas horas después me paré de la cama, Demián seguía dormido, fui al baño, me di un duchazo y salí a levantar el tiradero que había dejado nuestro torbellino pasional.

Mi vestido Gucci estaba en el piso, un poco arrugado, tal vez hasta sucio, tenía algunas manchas, no debía tener sexo con el puesto, sabía que podía mancharse.

-Las manchas desaparecerán. - escuché la voz melodiosa que salía de mi cuarto, alcé la mirada, Demián estaba con el cabello revuelto, desnudo, como siempre me gustó verlo y esa sonrisa que muy difícil desaparecía de su rostro.

-Buenos días - respondí levantando lo que encontraba en el piso.

-Buenos días - miro el reloj que colgaba de una de mis paredes- tengo que volver al hotel a recoger mi maleta, mi pasaje está marcado para las diez.

-Sí, lo sé me lo dijiste anoche.

-¿Volverás a Toronto ahora que te graduaste?

-No lo haré...-respondí sin pensar.

-Ya no tienes por qué estar acá - exclamó mientras se ponía los pantalones.

-No quiero volver, Demián, conseguí un buen trabajo aquí, y me gusta vivir sola.

-¿Será porque puedes acostarte con quién quieras y no tienes a quien dar explicaciones?- preguntó mordaz y muy molesto.

- ¡Para tu información con el único imbécil con el que me acuesto eres vos! - chille molesta por sus celos.

- ¿Y quién me lo garantiza?

Furiosa caminé hacia él y le plantee un sopapo que retumbó en todo el cuarto.

-No necesito garantizarte nada, si me crees o no, me da lo mismo. ¡Capullo!

-¿Por qué no quieres volver a Toronto?

-Porque no me da la gana ¡Vete Demián! Es mejor qué...

-¡...Ni lo digas! - chilló - ¡Eres mía y de nadie más! Te prohíbo que digas algo de lo que te arrepentirás después, si quieres que me vaya, me voy....pero acuérdate, eres mía, sólo mía.

Salió tirando la puerta del departamento y por tercera vez "no terminamos" él no lo permitió y por alguna extraña razón tampoco yo quería hacerlo.

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