Indignado, Dylan lo empujó lejos de él.
O al menos eso pretendió pues Sasha no se movió ni un milímetro.
-¡Me has vendido, me has engañado, eres…eres…eres un maldito mafioso de mierda!- insultó entre lágrimas de impotencia al mismo tiempo que le golpeaba contra el pecho.
-Malen’kiy-
-¡Deja de llamarme lo que sea que me llamas!- increpó el castaño sin dejar de propinarle manotazos.
-Basta- pidió Sasha intentando detenerle las manos.
Pero Dylan se lo impidió.
-¿Lo hiciste a posta verdad?- ladró el joven.
-¿De qué hablas malen’kiy?-
-¡¡Me engatusaste para venderme!!- echó en cara el joven.
Logrando apresar sus manos, Sasha las inmovilizó por encima de la cabeza de Dylan.
-Nunca, ¿Me oyes? Nunca se me pasó por la cabeza venderte- apuntó.
Dylan se removía bajo el fuerte agarre del moreno.
-Eres un cabrón, un maldito y asqueroso hijo de perra- insultó entre el desengañ