-Y ¿Por qué tengo que ir yo también?-
Dylan miró seriamente al moreno quien sostenía en brazos a uno de los gemelos.
-Porque sí- declaró el castaño con el otro gemelo en cabestrillo.
-No es que no quiera ir pero me he fijado que esa directora no deja de mirarme-
-Ya le di un “apercibimiento”- repuso Dylan caminando con el niño rumbo a la puerta de casa.
-Jumm, me gustaría saber qué clase de apercibimiento le diste- dijo Sasha yendo detrás de él.
Dylan se giró a su esposo.
-Ya no creo que pueda hacerse la manicura nunca más- fue su respuesta.
-¿Le has cortado los dedos?- se asombró Sasha caminando hacia el coche.
Dylan abrochó el cinturón de la sillita donde sentó al niño y le miró con ojillos perversos.
-Los diez- afirmó.
-¡Cómo! Tú…¿Has podido hacer eso?- se rió Sasha haciendo lo mismo con el otro gemelo.
-No soy capaz de sacar los ojos pero no me supone problema algu