Capítulo cuarenta y dos. Mariposas

Mariposas

Blake sintió la boca de Hope abrirse ligeramente, lo que aprovechó para profundizar el beso y probar de nuevo las mieles de sus labios; el magnate sintió que tocaba el cielo con las manos, los labios de su esposa le sabían a gloria. Fue un beso ardiente, pero efímero.

—Hope —dijo él cuando ella lo apartó de su boca.

Las mejillas de la mujer se sonrojaron, ella se negó a mirar a Blake y terminó huyendo de la biblioteca dejando a Blake solo y con una sensación de hormigueo por todo su cuerpo.

El corazón de Hope Morgan latía tan fuerte que llegó a creer que iba a salirse de su pecho. Hope se encerró en su habitación, recargó el cuerpo sobre la puerta, cerró los ojos y llevó una de sus manos a su boca.

Ella gimió al recordar ese corto beso que Blake le había dado, fue…

¡Mierda! ¡Mierda!

—¡No puedes pensar en ese beso, Hope, no puedes dejarte seducir de nuevo! —susurró y con pies temblorosos caminó hasta su cama, donde se dejó caer sin ceremonia.

«Blake», pensó antes de cerrar l
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