Tu dulce miel
Entre besos morbosos nos dirigimos con torpeza hacia el auto, mientras las micro sonrisas y los jadeos sobre la boca, las miradas sibilinas de Ismael y sus dedos acariciando mis labios con lesividad. Sin darnos cuenta nos topamos con el capo del auto cayendo sobre él, Ismael ávido de mi piel, beso mi cuello hasta llegar a mis pechos, que poco a poco apartaba la tela que los cubría.
—¿Cómo lo logras? —indico abstraído mirándome con la respiración acelerada.
—¿El qué? —sonrió con malicia estirando su mano para ayudarme a levantar del capo, abrió la puerta del auto, se acercó hasta mí, casi tocando nuestros labios y susurro.
—Hacerme perder la razón...—entro en el auto y tomando mi mano me subió sobre él a horcajadas, era incómodo, pero el ambiente estaba tan cargado de emoción seductora, que simplemente me deje llevar. Presionó unos de los botones del tablero del auto y el techo empezó extenderse.
—Yo no te hago perder la razón, las mujeres lo hacen. —Negó con una sonr