Cap. 59 Mil motivos.

Trato de defenderme, pero me es imposible; es muy fuerte y demasiado grande para mi pequeño cuerpo. Por más que trata, él me tiene totalmente sometida; lo único que puedo hacer es morder su labio con todas mis fuerzas

—¡Ah! ¡Estúpida! Me dolió. —Grita por el dolor y me suelta una bofetada.

Yo aprovecho que eso lo debilito y lo empujo con fuerza; ni siquiera siento el dolor de su bofetada, solo quiero alejarme de él.

—¡Detente ahí! —me grita, pero no lo obedezco; corro hacia mi habitación.

Entro corriendo y alcanzo a cerrar la habitación antes de que él llegue, pongo el pasador y me recargo en la puerta tratando como de contenerla porque él está tocando con fuerza.

—¡Ábreme! Amalia, por tu bien, más te vale que abras esa maldita puerta.

—No, no voy a hacer así, que mejor lárgate o llamaré a la policía.

—¿A la policía? Está fuera de ti, cariño, ¡ni se te ocurra hacer una idiotez así!

—Si no quieres que le llame, lárgate.

—¿Quieres que me vaya de mi casa? ¿El divorcio y que abandone mi c
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