—¿Te quedarás ahí parada? ¿O me dejarás entrar? ¿No ves que vengo cargando maletas? —dice en ese tono autoritario de siempre.

—Perdón es que me agarraste de sorpresa, no te esperaba, Carlo, no me comento nada.

—No le avisé, digo, no creo que no pueda llegar de visita a casa de mi hermano. ¿O es que sin aviso anticipado no puedo entrar? —Es tan odiosa como su hermano.

—No, claro que no, pasa.

—Vaya, era hora, pensé que me dejarías en la puerta hasta que, Carlo, llegara.

—Disculpa, es como iba de salida y no sabía de tu llegada, me aturdí un poco.

—¿Y a dónde vas?

—Yo, bueno, iba al supermercado a comprar algunas cosas para la cena y de ahí pasaré por Liam al colegio.

—¿Al supermercado? No se supone que para eso vas los fines de semana, para que no falte nada. —Esta mujer es un ogro.

—Sí, pero algunas ya se terminaron y tengo que ir por más.

—Eso solo deja al descubierto tu ineficiencia, que no tienes el control de tu casa, pero claro, eso es típico de las chicas consentidas que no le