En menos de lo esperado, llegué a casa de Aitor.
Miré a través de la ventana polarizada si no había algún carro estacionado frente a la fachada, no deseaba interrumpirlos si tenía visitas…Ok, miento. Si hubiera tenido visitas, y con visitas me refiero a mujeres, no me hubiera importado nada con tal de entrar y darle una paliza a la zorra que estuviera junto a él.
Todavía tenía aquella sensación de calambres en las manos desde que no pude descargar mi furia contra Stephen, por eso mismo ansiaban golpear a alguien salvajemente.
Después de asegurarme que no había autos cerca, excepto el de él, reuní valor para colocarme frente a la puerta.