—¿Entonces le dijiste todo lo que sabes de esa tal Vanessa? —preguntó Katrina, después de tomar un sorbo de su té helado.
—Sí... más o menos —susurré, mirando mi taza de café, mientras agitaba con una cuchara el líquido casi blanco por tanta crema.
—¿Cómo que más o menos? ¿Qué no le dijiste? —su voz se tornó más aprehensiva.
Inmediatamente me puse nerviosa, Katrina podía ser muy persuasiva e intimidante cuando lo deseaba y aún más cuando sabía casi toda mi vida.
—Me faltó algo realmente importante, pero creo que es mejor que no se entere —hablé con rapid