ISABEL.-
A la mañana siguiente.-
No dormí más de una hora, esperando a que Michael aparezca, me pase toda la noche pensando, seguramente Michael estará pensando que no me quedaré con él, que no podré con esto, voy a la cocina y enciendo la cafetera, veo en la encimera la taza que le regalé hace dos días, sin poder evitar brotan lágrimas, el ruido del ascensor hace que pegue un brinco y rápidamente me limpio la cara y me echo un poco de agua, inhalo y exhalo, me coloco frente a la puerta esperando a que se abra, cuando abre veo a Michael con la misma cara que yo, con ojeras, hinchados de tanto llorar
- ¡Hola! – Me dice casi susurrando-
- ¿Dónde estabas? – Le reclamo cruzando mis brazos sobre mi pecho-
- Pensando, ven debemos hablar -Caminamos hacia la estancia y nos sentamos en el sofá-
- Michael si piensas que me voy a alejar de ti -Me interrumpe colocando un dedo en mis labios-
- Isabel debo confesarte algo, seguramente después que te lo diga te irás y si lo haces está bien
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