En un lugar apartado en Beaufort, lejos de las miradas indiscretas, Alexander se paró frente a Margaret, con una sonrisa en sus labios. Margaret, con los ojos llenos de una mezcla de ira y tristeza, sostuvo a Ben con fuerza en sus brazos, tratando de consolarlo mientras lloraba incontrolablemente.
Alexander sonrió en plena oscuridad de aquella lujosa sala.— Bueno, Margaret, parece que has hecho tu elección. Has elegido huir de Richard y de todos los que se preocupan por ti. Pero ya ves, no puedes escapar de la verdad para siempre.La mirada de Margaret se endureció cuando miró a Alexander, su voz se llenó de veneno.— No tienes derecho a juzgarme, Alexander. Eres la última persona que debería estar hablando de opciones — dijo Margaret entre dientes.Alexander pegó una carcajada.— Ah, pero querida, todos estamos impulsados por nuestros deseos. Y en el fondo, sé que todavía me deseas. No puedes negarlo.Los ojos de M