Capítulo #1

En la Actualidad:

Alana

—¡Gianella baja ya!, vas a llegar tarde a la escuela—Le doy un abrazo a mi hermano menor Enzo—¿Estás listo para tu primer día de escuel bebé?—Mi hermano arruga la cara en desacuerdo, odia que lo llamen bebé.

—Hermana debes dejar de llamarme así, alguien te puede oír en algún momento, además ya no soy un bebé, tengo 8 años ya soy todo un hombre—Infla su pecho como si eso le diera más convicción a lo que me acab de decir.

—Seguro que sí, ya puedes ayudar a Guido con los negocios de la familia, pasar todo el día en reuniones hasta altas horas de la noche y con traje, ¿No es así Enzo?—Se queda en silencio pensando un momento en lo que le acabo de decir.

—Si lo pones así hermana, mejor me quedo un tiempo más siendo un bebé para ti, pero solo no me digas eso en la escuela seria suicidio social—Le doy otro pequeño abrazo antes de que se aleje de mi otra vez.

Camino hacía las escaleras para gritarle de nuevo a mi hermana que baje ya—¡Gianella sino bajas en este momento, tomarás el autobus como todos los demás niños lo hacen!—Eso parece funcionar porque baja, con uniforme impecable, su cabello bien liso y peinado sin un pelo fujera de su lugar, su maquillaje es delicado resaltando ese rostro de muñeca como si estuviera hecho de porcelana que ambas heredamos de mámá.

—Dios Alana, eres tan exagerada y dramática, solo me estaba arreglando para ir a la escuela como todas las chicas de mi edad lo hacen a diario—Pasa una mano por su cabello como si hubiera sentido que uno de sus cabellos se salió de lugar, pero no, siguen igual de lisos desde que paso la plancha por última vez.

—No soy exagerada Nella, también tuve tu edad, pero vas a hacer que Enzo llegue tarde a la escuela solo porque querías verte bonita, así que muévete el chófer ya los está esperando desde hace media hora, eso es muy desconsiderado de tu parte hacia uno de nuestros empleados—Ella solo rueda los ojos y camina en dirección a la cocina para agarrar su vaso de jugo de durazno junto con su tostada de pan integral., da unas cuantas mordidas y bebe del vaso, lo hace tan delicadamente como si estuviera en una cena con la mismísima reina de inglaterra.

¡Respira Alana debes mantener tu temperamento a raya!, recuerda todos los problemas que te causo cuando eras más pequeña.

Eso me hace recordar a los engendros del mal los hermanos Amuso, pero sacudo la cabeza y desecho ese recuerdo con la misma rapidez que llegó a mi mente.

—Alana te voy a dar un pequeño consejo hermana, debes empezar a portarte como una chica de tu edad, no eres mi madre y tampoco la de Enzo, tienes solo 23 años y pareces una señora estresada y a veces mal geniada de unos 40 años, Guido tampoco es nuestro padre, no sé porque ustedes de repente juegan a ser nuestros nuestros padres y dejaron de ser divertidos—Ella camina en dirección a la puerta y Enzo recoge su mochila de la silla y la acomoda en su espalda.

Pero por más que quiera hacer lo que ella dice no puedo, es mi deber como la segunda hija mayor velar por el bienestar de ambos, Guido hace su parte al estar a cargo de los negocios y llevar todo en orden, yo por ahora lo menos que puedo hacer es dedicarme a ellos, que aún son unos niños.

—Alana no la escuches, Gianella no sabe ni lo que quiere, va a saber ella que es dar un consejo—se acerca a mi y me abraza fuerte—Gracias por cuidar de nosotros, hermana, nos vemos más tarde—Le doy un beso en su cabeza y le devuelvo el abrazo con todas mis fuerzas, ambos nos reímos, pero Gianella mira en nuestra dirección y simplemente niega con una mueca de disgusto en su boca, sale de la casa son decirme adiós.

Ella es la que más me necesita, era muy cercana a mamá antes de ya no esté más con nosotros, era una niña muy dulce, pero después de la muerte de nuestros padres ella cambió de manera radical, pregunte en el colegio por si alguien se metía con ella, pero al contrario ella es amada y venerada como una verdadera princesa, su única rival es la sobrina de los engendros del mal.

Por más que quiera olvidarme de ellos, cada cosa, los trae a mi mente, si tan solo se hubiran ahogado en la piscina, mi vida hubiera sido mejor desde ese día, solo me convertí con más fuerza en el objetivo de ellos frente a todos en la escuela, antes de el altercado lo hacían en privado, gracias a Dios no fueron muchos años, ya que Gianni es 6 años mayor a mí y Damiano 5, pero eso acabo en la Universidad ambos desaparecieron solo espero que no vuelva o que si regresan lo hagan ya casados, porque estudiar no es que les va a servir de algo, es solo para mantener la apariencia de que son personas cultas, porque lo que en realidad va a ser importante es como lleven el negocio de sus padres, bueno el futuro capo es Gianni por derecho, el segundo al mando sería Damiano.

—¡Alana ven acá!, te necesito para algo importante—Escucho el grito de mi hermano que vienes desde su despacho, supongo que eso es normal en los mellizos, tener cosas en común.

—Ya voy, dame un minuto Guido—grito de vuelta, mientras me acerco a los platos del desayuno que dejaron los chicos, pero Carmen la señora del servicio se me adelante y me hace un gesto de que vaya con mi hermano.

Le doy a ella un gran abrazo y las gracias antes de irme, ella siempre ha estado trabajando para nuestra familia, tanto así que es como si fuera parte de ella.

Entro al despacho de Guido y lo encuentro centrado en la pantalla de su ordenador mientras teclea algo, tomo asiento frente a él y espero pacientemente a que me diga que es lo que quiere, porque si le hablo, no me prestará atención.

Unos minutos después él habla por fin—Alana, este fin de semana tenemos una reunión, debes asistir conmigo, los niños se quedarán en casa—Suena una notificación en su computador, haciendo que se centre en su ordenador otra vez, escribe una respuesta rápida y se vuelve para seguir hablando conmigo—Por favor hermana, necesito que no hagas lo mismo que sueles hacer cuando alguien te hace enojar, no puedo ir arreglando siempre los problemas que ocasionas, solo porque no te gustan los piropos que te hacen los chicos en las fiestas—se frota la frente con cansancio, pero él está siendo muy injusto conmigo, algunos no solo me lanzaron piropos, otros me tocaron sin mi permiso.

—No puedo prometer nada Guido, pero si el cabrón me toca sin mi permiso, lo siento que se considere acabado—Mi hermano suelta un resoplido—¿Eso era lo importante qué tenías que decirte?, porque si es todo me retiro, tengo una cita con Orlando y voy a llegar tarde a casa—Me pongo de pie dando por terminada la conversación.

—Alana, la reunión es en la mansión de los Amuso, debes tener un comportamiento perfecto, porque ya no está padre para salvarte de ellos si vuelves a ofenderlos—siento que me voy a desmayar aquí frente a mi hermano, eso no puede ser posible.

¡Hey calma!, ellos aún no han regresado al país, sino hubiera sido la noticia del momento, así que no hay de que asustarse.

—Cla...Claro hermano, no te preocupes, seré como a mamá le gustaba ser en las reuniones, una perfecta dama sin perder nunca los modales—él solo hace un gesto de que me retire y vuelve a poner su atención en el ordenador, no sin antes decir.

—Aún recuerdo como fue la última vez que te pidieron que hagas lo mismo y la velada casi termina con dos niños ahogados y nuestro padre pagando las consecuencias de tus actos—Eso hace que mi corazón se apriete al recordar a mi adorado padre, solo él no me reprocho mi comportamiento ese día, pero si me miro con decepción nunca pensé que lo haría, eso jamás se me va a borrar de mi mente el día en que decepcione a mi adorado padre por culpa de los engendros del mal.

Me voy sin responderle a mi hermano, porque no tiene caso nos meteremos en una larga discusión donde ninguno de los dos cederá, eso es lo malo cuando discutes con tu hermano mellizo que es igual de terco que tú.

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