Llegaron hasta la planta más alta, una joven secretaria las hizo esperar por largo rato, pero al final, les permitió pasar. Un hombre de mediana edad, con rasgos muy masculinos y vestido con un elegante traje, las esperaba tras un escritorio.
— Buenas tardes, señor. — Saludó Carlota, apenas abrió la puerta.
— ¿Carlota? ¿Hay algún problema?. — Preguntó el hombre, mirando extrañado a Alma.
— No, señor… Es solo que, ella es Alma. — Carlota la señaló. — Alma, él es el señor Rafael Montalvo, el gerente de la empresa. — Alma se acercó, algo nerviosa, estrechando la mano de ese hombre que se veía tan severo.
— Mucho gustó, señor Montalvo.
— Mucho gusto. — Respondió este. — Carlota, sigo sin entender, ¿Cuál es el problema?.
— Bueno, ella es la joven de la que le hablé para el puesto de gerente de diseño y…
— ¿Ah, sí? Felicidades, jovencita, esta es una gran oportunidad para usted… — Murmuró el hombre con algo más de amabilidad.
— Señor, si me permite… — Comenzó Alma a refutar. — Todav