Todo estaba listo, la ambulancia había llegado, por lo único que esperaban para irse del hospital y trasladar a Luz Rivas hacia una prestigiosa clínica, era por Alma, a quien le estaba tomando más tiempo del esperado, despedirse de su amigo.
—	¿Por qué te la llevas? Aquí la hemos atendido bien, yo he estado al pendiente de ella personalmente y dentro de poco tiempo, ya estará de alta. — Murmuró Mateo con un tono desesperado.
—	Lo sé, lo sé, lo lamento… Y te lo agradezco mucho, pero… — Musitó Alma con cierta pena.
—	¿Pero?. — Preguntó Mateo cambiando su semblante, mostrándose serio.
—	Mateo. — Alma suspiró profundamente. — Antes que nada, debo pensar en el bienestar de mi madre… Y de mi familia.
Mateo sintió como se le encogía el corazón, él sabía, él estaba seguro, de que todo lo que Alma hacía y todas las decisiones que tomaba, lo hacía únicamente por necesidad, con el fin de que su familia estuviera bien.
Sin tomar en cuenta su propio bienestar.
—	Me preocupa… — Empezó Mateo