SaraComencé a sentirme tranquila, llena de energía, como si una topadora estuviera alejando y aplastando todos mis tristes problemas, mis miedos. Porque cuando lo hacíamos, cuando estaba con Mark, todo parecía desarmarse, ninguna cosa podría ser tan terrible.Era amor de verdad, jamás me sentí así antes en toda mi vida. Nunca me había sentido así de amada, de cuidada, de protegida. El era todo lo que yo deseaba.—Te amo. —murmuró él, como si leyera mis pensamientos.Me acurruqué a su lado, besando sus labios. La humedad me poseía, estaba hecha de seda, tan suave, me sentía viva. Respiraba lentamente, con facilidad.—No tanto como yo te amo. No podrías. —dije, sonriendo, el sonrió y los preciosos hoyuelos se marcaron en sus mejillas.—Un lobo ama más que un pálido. —rodó los ojos, en un gesto sarcástico. Me pareció de lo más divertido.—Oh, eso dices tú. —fingí enfado, como si estuviera ofendida.Los pálidos me parecían de lo peor últimamente. En ese instante, al pensar en eso, me di
SaraAunque debía admitir que era un gran alivio enterarme de que Zem no era mi hermano como tal, el miedo seguía instaurándose en la tan preciada paz que obtuve.—No comprendo… —murmuré, con un poco de calma que seguía conservando.La presencia de esa mujer hacía que me sintiera protegida, al menos en estos instantes. En este tiempo tan confuso, en este plano.—Mi niña, es normal que esto sea difícil para ti. Porque has vivido entre humanos, entre lobos, y tu destino es más grande que el de todos ellos.—Es que… Yo he sentido esa sensación de no pertenecer que no pude explicar nunca. —me encogí de hombros.Asintió con dulzura, me sentía protegida por su aura maternal.—Mi querida, cuando naciste, supe que en ti estaba el rayo de luz que iba a proteger a las criaturas que necesitaban protección. Por ello te enamoraste profundamente de un lobo, porque los lobos cuidan a su manada. Tu manada, sin embargo, es más grande de lo que crees. Solo tu puedes proteger a los lobos del mundo, a lo
“Vete”Las palabras iban formándose, como sombras, como el retumbar de un tambor en mi oído. Él quería expulsarme, necesitaba sacarme de su cabeza, se sentía invadido.El Zem pequeño no se percataba de que estábamos observándolo.Caminé hacia el Zem adulto, para poder hablarle de frente, hacer que dejara de rechazar mi ayuda.“Largo de aquí”—Déjame explicarte. Ellos querrán ponerte en nuestra contra… —empecé a decir, con los ojos llenos de lágrimas por los nervios crecientes. —Ellos quieren que nos destruyamos porque temen lo que podríamos lograr juntos. Porque temen el alcance de nuestro poder… Tenemos mucho más poder que ellos. Ahora lo sabemos…—¿Y que podríamos lograr? —preguntó él, mirándome desafiante.—NADA.Una voz me interrumpió. Julius hizo su aparición, que dejó sin color los prados de trigo, el campo pareció apagarse, una sombra lo cubrió enteramente. El pequeño niño comenzó a asustarse, temblaba de miedo, aunque no pudiera ver estaba nervioso, sentía la malicia cerca.—N
NarradorCuando Sara volvió a la playa, de vuelta a su consciencia, solo habían pasado unos minutos, aunque para ella hubiera pasado un tiempo extenso. En los planos no se regían las mismas leyes de tiempo.Zem despertó en la gran mansión de Julius. No pudo evitar sentir punzadas de desilusión. Aquel sitio, que antes le había parecido tan imponente, ahora era una sombra de lo que alguna vez fue.Vio a Julius allí, sirviendo dos copas de vino. El cristal de las copas estaba enteramente labrado, con dibujos tan delicados que parecían incluso contar sus propias historias. Eran hermosas, la luz se filtraba en ellas. Cuando Zem la sostuvo, sintió un poco de nostalgia. En ese lugar había pasado varios años y no pudo evitar recordarlos.“Familia.” La palabra resonaba dentro de su mente. Su cabeza le dolía horrores, estaba comenzando a cansarse de lo que el destino le ofrecía constantemente. Trató de despejar su mente de esas tonterías. Después de todo, pensó siempre que Sara era una traidor
NarradorLa isla refulgía en un sol resplandeciente, un calor placentero y agradable. Ese mismo sol iba bañando a los lobos que descansaban a un costado de la playa. Miraban al horizonte, contemplando esa efímera tranquilidad que podía desaparecer en cualquier instante.Tanya acunaba al pequeño Hawk, que estaba dormitando en sus brazos, todavía sin conciliar el sueño profundo. Ella sonreía al verlo, el bebé era tan hermoso, le recordaba mucho a Mark. Era encantador ver un bebé, porque era la mezcla perfecta entre dos individuos. Los lobos consideraban los nacimientos un regalo de la diosa luna, cada bebé era una bendición.Lo miró, pensando en como sería en el futuro. Porque su sangre estaba mezclada, dividida en esos dos grupos tan peculiares. Mark era un alfa, un lobo de sangre extremadamente poderoso y Sara, solo la diosa luna sabía que era. Su linaje era todavía más desconocido.—De algo estoy segura, pequeño. Tú serás más fuerte que cualquiera que haya pisado esta tierra. —dijo T
Llegué a casa buscando esconderme de esa bestia que interrumpió en mi trabajo. Tener que correr por mi vida era por lejos, la sensación más terrible que hubiera vivido. Mis rodillas estaban magulladas por las caídas intentando defenderme para escapar y mis pies, acalambrados por el esfuerzo. Logré llegar a casa con el mas grande de los esfuerzos y algo más de buena suerte. No podía ser lógico que un lobo de ese tamaño estuviera buscándome, tenía que tratarse de alguna clase de pesadilla. La desesperación me invadía recorriendo mis huesos y haciendo palpitar mi corazón de una manera indescriptible.—No te escaparás de mí, Sara. —dijo él, con su voz rugosa aterradora, que me estremeció los huesos.Lo contemplé en total shock, cuando volvió a su forma humana me dejó boquiabierta. Era él, mi compañero de la escuela al que por tanto tiempo ignoré. Estaba completamente fuerte, atractivo, con el cabello azabache y los ojos penetrantes igual de oscuros.—¿Qué es lo que quieres, Mark? —pregunt
No me di cuenta de que me había dormido, pero al despertar, me sobresalté terriblemente. Volver a verme en esa casa extraña y lujosa me hacía creer que era toda una alucinación de parte de mi mente.—¿No te has vestido todavía, luna? —preguntó la voz de una dama al costado de la cama.Yo no había notado su presencia hasta que habló. La mujer debía ser la hermana de Mark, porque la recordaba vagamente de la escuela. Era mayor que nosotros, otra cosa que olvidé.—Tu falta de memoria es preocupante. —observó ella, al tiempo en que extendía su mano para darme las prendas de ropa.Escogí la falda negra y el suéter grueso de lana violeta, me pareció que abrigarme haría que me sintiese mucho más segura. La casa estaba llena de personas que también me despreciaban.—Lo siento, buen día. —saludé, con los ánimos puestos en caerle bien. —Esto es una locura para mí.—Los lobos somos criaturas leales, nadie te lastimará aquí. —La mujer suspiró. —A pesar de lo que has hecho.Tragué saliva, santo ci
La sala era inmensa, un edificio nuevo al contrario de lo que yo pensé. Llegamos en una enorme camioneta azul, que condujo Mark, haciendo que me sentara a su lado. No me dirigió la palabra en todo el viaje, como esperé.Me sentía algo rara con ese atuendo coloquial, debía ser una reunión con personas de alta alcurnia, de lo contrario esta vestimenta quedaría fuera de lugar. El también se veía elegante, su físico era imponente y su rostro, increíblemente hechizante.No abrió mi puerta, no era cordial ni un caballero conmigo. Ingresamos a esa sala extensa tomados de las manos, a pesar de que el seguía odiándome. Las personas allí nos observaban, murmurando por lo bajo. Todos se hallaban vestidos de manera pulcra y perfecta, con los peinados impecables.Saludaban solo a Mark, a mi me ignoraban como si no existiera. El me soltó la mano cuando estuvimos ubicados en una mesa. El buffet ofrecía una amplitud de platillos y pude escoger algo de mi agrado. Me serví los bocadillos de carne de re