Brújula

—No me alejarán de mi hijo. —murmuré, con la voz apagada.

No quería hacerlo, no tenía nada de intención de abandonarlo así. El era mi mundo entero, yo no me separaría. No sabían lo que decían.

Tanya hizo más pasos hacia atrás, mirándome con pena. Adren se colocó a su lado, estaba protegiéndolos a los dos.

¿Protegiéndolos de qué? La comezón se incrementó poco a poco. No estaba protegiéndolos de mí, no, no tenía por qué hacer eso.

Era una tontería. No tenía que proteger a nadie de mí, yo no era el enemigo.

—Yo soy su madre. Debo protegerlo. —volví a decir, no tenía fuerza en la voz. —Es mi hijo…

Mark me tomó de la mano, tratando de frenarme. Entonces mis ojos se tornaron rojos como la sangre y mis colmillos salieron de golpe.

—¡No te atrevas a detenerme! —siseé, como si fuera una serpiente que estaba por morder a su enemigo.

Me detuve en seco, estaba por atacar a Mark. Me obligué a quedarme de pie allí. Pero tenía un instinto tan fuerte que ir a buscar a mi hijo que quería pelear. Era a
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