Fernanda habia estado preocupada los ultimos dias, pero el dolor de cabeza y la inflamación en el cerebro de Max ya habian desaparecido.

El volvió al trabajo, estaba muy contento, y además le iba muy bien, ahora estaba en constante comunicación con su padre, parecía que ya habian resuelto todos sus conflictos.

Estaba muy agradecido porque protegió a su esposa y a sus hijos.

Alexander estaba de visita en la casa de Max, sus hijos estaban más que felices por tener a su abuelo presente.

- Maximilian, ¡ven aqui! - exclamó emocionado, lo abrazó y lo cargó - ¿ya te he dicho que eres idéntico a tu padre?, eres muy bien parecido.

Maxi sonrió, cada vez le gustaban más las visitas de su abuelo.

- Si, abuelo, ya sé que soy como mi papi.

- Algún dia romperás corazones, mi niño.

-Alexander, no le diga esas cosas, - dijo Fernanda sonriendo - el debe ser un buen niño, nada de romper corazones por el momento.

Abuelo y nieto se rieron con fuerza, y Fernanda sintió una calidez en su pecho, por el cariñ