Sofía asintió solemnemente con la cabeza. En su mente solo recordaba impresiones fragmentarias: llevaba un vestido negro, tenía un rostro gentil e intelectual, y le había dado una copa.
Esos dedos delicados se extendieron, particularmente blancos bajo el brillo de la copa de cristal. Recordaba ese enorme anillo de diamante azul.
Ah sí, tenía un lunar detrás de la oreja.
—Llevaba un anillo de diamante azul, tenía un lunar detrás de la oreja derecha, del resto no tengo mucha memoria —Sofía se esforzó por recordar.
—Entiendo —dijo Silvia en voz baja.
Sofía vio que ella permanecía inmutable. En su mente solo estaba el dolor de ser llevada a los tribunales. No quería ser completamente destruida.
—Silvia, por el bien de nuestra amistad anterior, perdóname por favor. Realmente me arrepiento, no debería haber actuado impulsivamente cometiendo este error —levantó los ojos con lágrimas corriendo por su rostro.
Silvia no podía soportar verla así. Aún recordaba la primera vez que vio a Sofía: esta