—¿Qué es exactamente? —Carlos habló con voz fría.
Definitivamente no creía que algo que hiciera llorar así a Leticia fuera algo sin importancia.
Leticia se asustó con el grito y las lágrimas le corrían a chorros, ¡pero cómo podía decirlo!
Carlos tenía mala cara:
—Si no me dices, ¿cómo voy a impedirle que se vaya? ¿Quién te secuestró hoy?
—¡Fue Silvia! ¡Ella lo hizo! —aún no podía olvidar el momento en que Silvia y Diego la ataron.
¡Ese maldito Diego realmente la había atado y le había dado la tarjeta de memoria a ella!
No se resignaba, ¿cómo podía resignarse?
—Carlos, fue Silvia quien mandó a que me secuestraran —lloró desconsoladamente.
Carlos no lo podía creer, preguntó con dudas:
—¿Estás segura?
—¡Carlos! Silvia me secuestró, ¿y no me crees? ¡Soy tu hermana!
—Me aseguraré.
Después de ser llevada a casa, comenzó a llorar descontroladamente.
Sin importar lo que preguntaran Roberta y Carlos, no dijo nada.
No quería decirlo, no quería que Carlos se enojara.
Su mente estaba llena de mied