Martín sonrió e intentó argumentar para que todo pareciera natural.
—Srta. Somoza, disculpe que hayamos venido sin avisar. —El hombre alto y noble asintió cortésmente con la cabeza, con un brillo astuto en los ojos.
—Hola, Silvia. —Vivian miró a la cálida y bonita mujer que tenía delante, sus ojos se curvaron en una sonrisa muy agradable. —Me llamo Vivian.
Silvia miró a la bonita chica y entendió el asunto.
—Hola, chicos, pasen. —Silvia se puso a un lado y les invitó a pasar.
—Charlen ustedes, yo iré a cocinar. —Martín llevaba muchos ingredientes en la mano, entró y se dirigió hacia la cocina.
Silvia no lo pudo detener a tiempo, pero fue parado en seco por Lucía.
—Aunque sé que eres bueno en la cocina, pero hoy Sisi es la anfitriona, cómo va a dejar que los invitados preparen la comida, ella ya preparó todo, hoy comemos fondue.
Lucía era una amante de la comida, y el cumplido hacia Martín fue auténtico; aún recordaba el sabor del ave negro de aquel día.
Al oír que era fondue, Martín mi