En ese momento, Silvia saltó bruscamente a una plataforma que se encontraba entre el segundo piso y el suelo.
Desde allí saltó al suelo y salió corriendo por la puerta principal.
Laura la persiguió rápidamente en coche, pero Silvia se dirigió hacia zonas donde no se podía conducir, logrando finalmente escapar.
Sin embargo, no se atrevía a tomar las calles principales por miedo a ser descubierta.
Corrió frenéticamente por caminos secundarios. Sus pies ya sangraban por las ampollas, y sin teléfono móvil, había estado corriendo por casi una hora sin ver a nadie.
Un trueno retumbó en el cielo. Silvia no sabía dónde estaba, solo veía campos a su alrededor sin ningún lugar para resguardarse de la lluvia.
Solo podía seguir corriendo, mientras las gotas de lluvia comenzaban a caer sobre su cabeza, empapando su cabello y luego todo su cuerpo.
Una sensación helada subía desde sus pies. Su ropa estaba completamente mojada y, cuando soplaba el viento, solo sentía un frío intenso.
Abrazándose a sí