Silvia se quedó sin palabras. Con ironía, respondió:
—Si él te ama tanto, ¿para qué vienes a decirme estas cosas?
Cuando Fátima iba a responder, un Cayenne se detuvo junto a la acera. Daniel bajó del coche y miró hacia Silvia.
Silvia ignoró a Fátima y se dirigió hacia Daniel:
—Señor Caballero, ¿para qué me buscaba?
—Sube al coche y te lo explico —dijo Daniel abriéndole la puerta del copiloto.
Tras un momento de duda, Silvia subió.
Fátima, con los ojos enrojecidos, gritó con frustración a Daniel:
—¡Señor Caballero! ¿Sabe que la señorita Somoza sigue enredada con Carlos?
Daniel se detuvo sorprendido, se giró hacia Fátima y respondió:
—Según tengo entendido, es Carlos quien la acosa unilateralmente. Y a eso se le llama hostigamiento.
Dicho esto, subió al coche.
Silvia comentó con desdén:
—Estos dos realmente son tal para cual.
—¿Te llamó Carlos? —preguntó Daniel.
Silvia asintió:
—Dijo que el abuelo no se sentía bien y quería verme, así que fui.
—Tiene malas intenciones —la voz de Daniel s