Mientras los dos estaban ocupados, sonó el timbre.
Vivian se levantó para abrir. Al ver a la persona retrocedió varios pasos con temor y corrió inmediatamente a la cocina.
—Silvia, hay alguien...
Silvia se secó las manos.
—¿Quién es?
Cuando vio quién estaba en la puerta, se quedó atónita. Era Carlos.
Su sonrisa desapareció, frunciendo el ceño.
—Carlos, ¿qué necesitas?
—Silvia, ¿Vivian está en tu casa? —Carlos tampoco esperaba que Vivian abriera la puerta.
Ver a Silvia con delantal le recordó tiempos pasados.
—Señor Ferrero, a quién invito a mi casa no es de tu incumbencia. ¿Qué necesitas? Si no es nada importante, te pido que te vayas. Estoy ocupada y no tengo tiempo para quedarme aquí parada contigo.
Carlos rápidamente levantó la caja de postres.
—Hoy estaba cerrando un negocio cerca de Dulce, vi la larga fila en la pastelería y recordé que antes te gustaban mucho sus postres, así que compré algunos para ti.
Silvia se quedó sin palabras, su mirada cada vez más fría.
—¿Señor Ferrero, v