Malú y Abel llegaron a Cartagena, y mientras arribaban al aeropuerto, él le rozó con delicadeza los dedos de la mano de ella. A pesar de la angustia que el corazón de Abel percibía por lo sucedido con Mateo, era inevitable no evocar aquel instante en el cual le pidió a María Luisa ser su esposa; sin embargo, ese mismo día, había descubierto quién era ella en realidad.
Malú inspiró profundo, durante todo el trayecto, flashes de su pasado iban llegando a su mente, aturdiéndola por completo.
Se llevó la mano a la cabeza, y al igual que Abel rememoró aquella mañana de sol naciente.
(***)
Meses antes.
Al día siguiente de su primera noche de pasión, después de que Malú se entregó a Abel, en cuerpo y alma, ella abrió sus ojos con lentitud, suspiró profundo al rememorar lo sucedido horas antes, de pronto frunció el ceño al ver que su novio no estaba a su lado.
«¿Se habrá marchado?» se cuestionó temblorosa, pensó que quizás todo el cortejo de él, había sido solo para conseguir lo que ya ha