(Filippo Valentini)
— Voy a ir, ragazza. — Le aviso mientras seco mis manos en el paño, terminé de lavar los platos del almuerzo.
— ¿Vas a encontrarte con tus hermanos? — Pregunta acercándose.
— Sí. — Respondo y abrochó las mangas de mi camisa social.
— Hum, sobre la boda de tu prima, ¿vas a ir? — Pregunta mientras arregla mi corbata.
— Sí. — Respondo.
— Entiendo. — Dice y se aleja. — ¿La conoceré algún día? — Pregunta apoyándose en la mesa.
— Sí. — Miento, si dependiera de mí, no tendría contacto con ninguno de mis parientes.
— Entonces, hum-hum. — Ella limpia su garganta. — ¿Puedo ir contigo a esa boda?
Me controlo para no bufar de rabia, malditos Matteo y Vicenzo. El hecho de que no quiero llevarla como mi acompañante a esa boda es porque no sé si me encontraré con Verónica y con Tiago, no quiero ponerla en territorio enemigo.
No puedo entender la razón por la que quiero protegerla, comencé a salir con ella porque quería satisfacer mi deseo y saber cómo sería tener mi polla abrazad