74. Ayúdame a olvidar.
Matthew no se hizo de rogar, se lanzó a devorar sus labios como si fuera un sediento en medio del desierto y ella fuera la única fuente de agua que pudiera encontrar, la estrechó contra su cuerpo mientras se tomaba su tiempo para saborear su boca, adentrar la lengua con fiereza e intentar dominar el beso.
Llevó las manos a su trasero y la alzó, obligándola a sujetarse de sus caderas con las piernas mientras caminaba hacia su habitación sin dejar de comerle la boca ni por un instante.
Matthew ya había renunciado a no besarla, porque realmente era lo que más le apetecía hacer cuando la tenía delante, comerle la boca como lo estaba haciendo, besarla hasta que se viera obligado a parar por falta de aire. La dejó caer sobre lás sábanas negras de su cama, cayendo sobre ella también.
— Maria… — levantó la mirada para observarla, fascinado con el color negro de su cabello, resaltando con el oscuro fondo de sus sábanas — te necesito, ayúdame a olvidar.
Pidió mientras se deshacía de la ropa que