CAPITULO 5

La semana transcurrió y decidió que ya era justo y necesario volver a su país de residencia, ya su billetera no soportaría más.

Arreglo sus maletas y tomó el primer vuelo a España.

El viaje fue tranquilo y entretenido, gracias a una hermosa anciana que le relato algunas leyendas medievales y justo hablo de esos Highlanders buenones que le encantaban y se acordó de él, el mal padre, ¿Habría sido tan delicioso cabalgarlo nuevamente?, sonrió tristemente y siguió escuchando la historia de la anciana.

 — ¡Sabes, niña, en tu destino está ese hombre que te tiene pensando! — dijo la anciana mirándola a los ojos.

Maite se asustó por lo que dijo, pero lo disimuló lo mejor que pudo, con una afable sonrisa. Sería una simple coincidencia solamente.

En el aeropuerto la esperaban su prima y su mejor amiga, la abrazaron y gritaron al unísono. Es que las mujeres ya venían prendidas, se venían tomando el famoso tequilita que tanto adoraba Yayis, las reprendió por lo temprano que era para tomar y se sirvió una pequeña copa.

En el camino a casa, relato todo lo acontecido, incluyendo a la escena de negligencia paterna y la frase que la anciana le había dicho. Yayis sí que creía en todas esas cosas y coincidió con las palabras de la mujer, Maite solo rodó los ojos, incrédula a las palabras de ambas.

Al llegar a casa de su amiga la realidad se le estampó en la cara, había estado tan ensimismada en el viaje que se le había olvidado de que ya no tenía casa y tampoco trabajo, su cerebro comenzó a trabajar a mil, debía dar solución a este problema lo más pronto, aunque Yayis le daría posada el tiempo necesario, no podría abusar de eso, no era una mujer aprovechada, así que solo por ese día, descanso del largo viaje, mañana comenzaría a buscar un apartamento y una solución a su vida.

3 meses después...

La vida de Maite había dado un giro impresionante, ya vivía en su propio departamento y estaba a punto de lograr su segunda meta, su primera tienda de moda ecológica, este era un sueño que tenía guardado en su corazón y nunca se había atrevido a sacarlo a flote, pero este era el momento de hacer lo que le apetecía y así lo hizo.

Hoy era el día de la inauguración, se puso su mejor traje, de color blanco que resaltaba el tono de su piel, se pintó los labios de un rojo fuego, que hacía contraste con su cabello Crespo que estaba unos centímetros más largos que la vez anterior y se encaminó a cortar el listón de su pequeño sueño, la alegría le invadía el corazón y parecía una niña pequeña emocionada, con cada cosa que había en el lugar, que ya había visto cada día de los 2 meses que duró la remodelación, sabía cada detalle, pero aun así no dejaba de impresionar, como si nunca lo hubiese visto.

Estuvo en compañía de su prima, hermanos y la Yayis. Su madre había decidido no ir, todavía seguía ofendida con su hija por desaprovechar la oportunidad de tener un esposo rico y hacerla vivir a ella como una reina.

Aunque le ponía triste no ver a mamá, no dejaría que eso empañara su día, así que disfrutó con todos a su alrededor y brindo augurando un buen camino.

Su exnovio se había atrevido a llegar al lugar, a entregarle flores por el pequeño negocio, cómo había recalcado al entrar de la mano de una rubia totalmente operada hasta las narices, no estaba en contra de los retoques estéticos claro está, pero la chica se había transformado hasta la punta de los pies.

No dejo que la inmadurez dañará su día y siguió disfrutando hasta tarde de la noche, donde despacho a todos, quedando apenas Yayis, su prima y ella.

Se miraron y en una complicidad extrema se fueron directamente a la discoteca, disfrutaron, gritaron y tomaron de lo lindo y ya cuando no pudieron más con sus cuerpos se resignaron a regresar a sus respectivas casas.

Con el pensamiento de que ese había sido uno de los mejores días de su vida, se dispuso a descansar, mañana tendría su primer día como dueña de la tienda y eso le tenía más emocionada.

El día apuntaba muy bien, el sol brillaba un poco, estaba comenzando a llegar el verano y el clima mejoraba, se ducho cantando esa canción de Morat, una de sus favoritas.

 Si me preguntan por ti...

Diré que es mentiras

Que toda la vida he soñado contigo...

Yo sueño contigo...

Si me preguntan por ti...

Diré que no es cierto

Que duele por dentro aunque no estés conmigo...

Te quiero conmigoo...

Entonaba el coro a viva voz, se vistió lo más rápido que pudo y salió directo al local, abrió con una sonrisa de lado a lado y el orgullo la invadió, sus ojos se pusieron un poco aguados a causa de lo bonito que lo veía, había hecho algo sola, por primera vez en su vida y eso la hizo sonreír.

Desde ese momento puso su letrero de ABIERTO.

Horas más tarde, en otro lado...

— ¡Dije que quería ese lugar, cuando llegue espero que ya lo tengan en sus manos, no me gusta la ineficiencia, así que o es mío ese maldito local o serán despedidos! — dijo el hombre con total serenidad.

Malcolm Lancaster era un empresario multimillonario respetado en Europa y América, siempre obtenía lo que deseaba, siempre repuntado en el mercado de la moda, pero había una piedrita en el camino que le estaba sacando de sus casillas y era el maldito escocés, no era justo que ese estuviera en primer lugar las últimas temporadas y ahora su empresa repuntaba en ganancias en España.

Cuando se dio cuenta de que estaba trasladando su empresa principal a Barcelona, se quedó totalmente ofuscado y decidió comprar el lugar enfrente, ya había convencido de forma poco legal a casi todos los pequeños locales de venderle pero había uno que apenas abría y los estúpidos de sus trabajadores no habían logrado comprar, ese local que era en toda la punta de la calle, no era que lo necesitara, pero si iba a poner una de sus sedes allí, debía ser en grande y perfecto y ese pequeño inconveniente dañaba todo lo que deseaba.

Ese lugar sería de él, costará lo que costará.

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