Mi hija lloró en voz alta, sin poder ocultar sus sentimientos como lo hubiera hecho cualquier otro día. Ver a Katie así me destrozó aún más. Se me encogió el corazón al olvidarme de cómo respirar y, al poco tiempo, Kyle también rompió a llorar.
—Callen, bebés. Callen —dije entre lágrimas. Me agaché para ponerme a su altura y acerqué a Kyle y a una Katie embarrada a mis brazos—. Ya basta de lágrimas, bebés.
—Tú y Katie empezasteis —Kyle habló; su voz temblorosa y apagada.
—Mamá empezó. Entré y la vi llorando en los brazos de la tía Hazel —Katie replicó, apartándose de mi abrazo y limpiándose la cara sucia.
Mi corazón se encogió aún más al ver que ambos discutían sobre mí en lugar de decirme qué demonios le había pasado a Katie. Tenía el labio inferior partido, ¡por la diosa! Lloré amargamente, al darme cuenta de lo mala madre que he sido estos últimos días.
¡Qué me ha pasado!
Hazel vino a rescatarme cuando me preguntó, conteniendo sus propias lágrimas: —¿Qué te pasó, Katie? No te ves b