Tania estaba huyendo, era lo que hacía, sabía que estaba mal, pues no tenía por qué hacerlo, ella no había sido la culpable de aquel beso, aunque así lo pensara.
— ¿Qué haces aquí? — preguntó Jane, no la esperaba y tenía planes para su fin de semana.
— Vine de visita — dijo con seriedad, sabía que cuando su amiga tenía aquella actitud, era porque estaba algo ocupada.
— ¿Mal momento? — preguntó y esta sonrió nerviosa, en silencio, escucho la voz de un hombre, sabía quién era, aquel acento argentino lo podía reconocer a kilómetros.
— ¡Amiga, no me culpes, la carne es débil! — dijo haciendo que esta riera, sin más, se despidió, su amiga lo agradeció y se marchó, pagaría un hotel, un spa y un rato de tranquilidad no le vendrían mal, estaba tentada a ir a la casa de sus padres, pero sabía que era la peor idea de todas, no la dejarían sin sacarle a algunas cosas sobre su trabajo y era de lo que menos sentía ganas de hablar, quería deje el tema para otro momento.
— ¡seremos solo tú y yo! — l