Capítulo 643
A lo lejos, los faros de un auto parpadearon.

Luis bajó rápidamente del coche, se secó la cara y se acercó.

—Dulcinea.

Luis la agarró de la mano, que estaba cubierta de sangre, la lluvia llenó su boca, haciendo que su voz fuera borrosa:

—Ve al coche a esperar. Yo buscaré a Leonardo.

Dulcinea sacudió su mano.

Corrió tambaleándose hacia otro basurero, sin perder ni un segundo, mientras gritaba el nombre de Leonardo:

—Leonardo, Leonardo…

Apenas había corrido unos pasos cuando Luis la agarró de nuevo.

Se secó la cara, con tono severo:

—¿Quieres morir? ¡Sube al coche! Leonardo también es mi hijo, haré todo lo posible para encontrarlo.

—¡Tú no eres su padre! ¡Eres un monstruo!

Dulcinea le dio otra bofetada.

Retrocedió un paso, mirándolo fijamente y gritando:

—Sin Leonardo, ¿qué sentido tiene mi vida? Luis, escucha bien, Leonardo es mi vida. Si algo le pasa a Leonardo, no dejaré que tú y esa perra vivan, ambos pagarán con sus vidas.

Antes de que pudiera reaccionar,

ella volvió a correr bajo l
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