Capítulo 594
Sylvia entendió el mensaje.

Después de fumar medio cigarrillo, Luis dijo con calma:

—No me gustan las mujeres que toman decisiones por su cuenta. Tampoco me gusta que otros intenten controlar mi vida. Anoche, creo que fui muy claro. El puesto de vicepresidenta es tu compensación, y no volveremos a tener ningún tipo de relación física.

Sylvia le preguntó enfadada:

—¿Es por Dulcinea Romero?

Luis no respondió a su pregunta. Se giró para sacudirse las cenizas del cigarro y habló con un tono aún más distante:

—Prepárate, pronto vendrá un conductor para llevarte al hotel. Cuando el aeropuerto abra, regresas a Ciudad B.

Sylvia se sintió humillada, y con lágrimas en los ojos, le cuestionó:

—¿En qué soy menos que ella? ¿En apariencia, en figura, en habilidades… en qué soy inferior?

Luis se dirigió a la puerta, y mientras tomaba el picaporte murmuró:

—Porque en la iglesia prometí cuidarla toda la vida.

Se fue sin mirar atrás.

La puerta se abrió y cerró suavemente tras él, dejando a Sylvia desola
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