Por Roque
Ricardo se había ido y mi hermano estaba esperando que yo decidiera hacerlo, pero no me pensaba mover hasta que se fuera Leonardo, César se retiró a su dormitorio.
-Quiero saludar a Maxi.
Digo pensando en estar un rato a solas con Irina.
-Está durmiendo.
-Ya lo sé, sólo le doy un beso, sin despertarlo.
-Está bien.
Me contestó Irina, y yo la seguí con una sonrisa que bailaba en mi rostro.
Entramos a la habitación de Máximo, sus sobrinas se hicieron las dormidas, es que era bastante tarde, sin delatarlas, saludé a mi pequeño y salimos de la habitación.
-Iri, aceptame, muero en vida sin vos, me tenés como querés, estoy en tus manos,
tengo que verte verte a mi lado, compartir todos los momentos, compartir la alegría al ver todo lo que va aprendiendo Maxi cada día.
-No entendés lo que siento, me cambiaste por ella.
-No, amor, jamás haría eso, siempre que te miro me enamoro más, y eso me pasa desde siempre, vivís en cada célula de mi ser, en todos mis sentidos, nena...
Le digo m