Capítulo 128

Jared tensó todo su cuerpo a la espera del inminente mordisco, pero ocurrió todo lo contrario a lo esperado. El gigantesco perro se levantó sobre sus patas traseras, le dio tres sonoros lametazos en la cara y se colocó otra vez a cuatro patas. Acto seguido lanzó un gañido lastimero y colocó la inmensa cabeza pegada a su cintura.

Jared no reaccionó, estaba petrificado. El perro se comportaba como un manso corderito.

Scooby gimió lamentándose de la escasa atención que le prestaba su nuevo amigo y buscó con la cabeza los dedos del joven. Los lamió y luego agachó la mollera hasta que quedó bajo ellos. Jared no pudo evitarlo, le rascó la coronilla. El perro comenzó a mover el rabo mostrando a todo aquel que quisiera verlo lo feliz que era.

—Piénsalo un poco, muchacho. ¿Crees que, si yo fuera capaz de matar a una mosca, mi perro sería tan tonto como es? —bufó Román—. Ah, las apariencias engañan, amigo. Es la reputación la que manda, y yo tengo que hacer honor a la mía. Y ahora déjate de mil
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