capítulo 4.

¡ESTÚPIDA TÚ!

Capítulo 4.

—¿Para cuándo es el evento? —pregunto.

—Para mañana al mediodía, señora.

—Perfecto, organizaré el menú y te llamo.

Sophia sale de la oficina, Katia no deja de mirarme.

—¿Algo tramas, verdad? —pregunta con curiosidad.

Me levanto, recojo mi IPad, mi móvil y mi bolso.

—Iré a visitar a mi querido esposo para organizar el menú, ¿me acompañas?

—Yo me quedo aquí, tengo que seguir revisando hojas de vida. Tú deberías ayudarme no te hagas la loca, además no quieres contarme cómo vas a vengarte de Álex.

Hizo un gesto de puchero, empieza a hacerme ojitos.

—Eres tan ridícula, ¿lo sabías?

Cruzo la puerta con una sonrisa y ella solo exclama.

—¡Yo también te amo, ingrata!

—Que te rinda, el chisme es malo —Exclamo con una sonrisa.

Salgo camino a la empresa. Esta vez no pienso avisarle, pienso llegar de sorpresa. Me demoro 35 minutos porque el tráfico hoy está pesado.

Me detengo frente al gran edificio. En lo alto en negro brilloso tiene las iniciales de la compañía «FC» entro por el parqueadero, respondo el saludo del guardia de seguridad con un movimiento de cabeza y una sonrisa de boca cerrada.

Busco la llave del ascensor, solo los dueños y algunos ejecutivos de confianza tienen esa llave y por supuesto las esposas de los dueños. Aprieto el botón, espero unos segundos luego me adentro, marco el número 12 y empiezo a subir.

La puerta se abre directo en el pasillo donde se encuentra la oficina de Álex, saludo a la recepcionista; Chloe, ella lleva años trabajando aquí, ya me conoce perfectamente.

—Señora Paola —se levanta para saludarme —, un gusto tenerla por aquí.

—Gracias Chloe, ¿Álex estará ocupado?

—No señora, está revisando unos planos, ¿quiere que la anuncie?

Niego con una sonrisa y sigo mi camino.

La oficina de Álex tiene un diseño elegante, muebles de madera de pino en color chocolate oscuro. Toda la oficina es de ese color, el piso grisáceo y grandes ventanales hacia la ciudad, una vista espectacular, mucha luz natural. El espacio es muy amplio, entrando a mano izquierda hay unas escaleras blancas que conducen al baño y una pequeña habitación de descanso.

Luego encontramos un escritorio elegante y novedoso en forma de L, donde tiene todos sus equipos de oficina; computador, teléfonos, documentos, en la parte de atrás un archivo en madera de pino, donde guarda todos sus planos y las cosas importantes.

Lo que más amo de esta oficina, aparte de la vista, es ese escritorio, no imaginan lo cómodo que es. Lo que se puede hacer en él aparte de trabajar. En un costado de la oficina hay dos puertas corredizas que llevan a la sala de juntas.

Giro la manija y abro la puerta lentamente, Álex no puede verme, como dije lo primero que se ve al entrar son las escaleras, luego se ve su escritorio de perfil, está muy concentrado porque no se percata aún de mi presencia. Tan guapo con su traje, doy tres pasos más y justo en ese momento gira su cabeza cruzando nuestras miradas. Se levanta con una pequeña sonrisa.

—Que linda sorpresa.

Enrollo mis brazos en torno a su cuello y dejo un beso en sus labios.

—¿Estás ocupado? —Muerdo mi labio inferior.

—Para ti, nunca.

Caminamos hasta uno de los muebles y nos sentamos.

»¿Por qué no me avisaste que venías?

—Quería comprobar que no estabas con una tipa —Arqueo una ceja.

Él suelta una carcajada.

—¿En serio? —se acerca y muerde mi labio inferior con delicadeza.

¡Ay, eso me encanta!

—Suficiente tengo con la loca maniática que tengo por esposa.

Le doy un pequeño estrujón en el brazo acompañado de un puchero.

—¡Estúpido! —Me encogí de hombros y él solo suelta una carcajada.

Retira un mechón de mi cabello llevándolo tras mi oreja, desliza su nariz sobre la mía, mueve los labios con una sonrisa malvada.

—¡Estúpida tú!

Sonrío, lo beso con violencia. Sus dedos se enredan en mi pelo mientras yo lo devoro. Él me sigue el beso, intenso, esa mezcla perfecta.

—Álex aquí tengo lo… —Mateo corta sus palabras al ver que Álex no está solo —. Hola Paola.

Me saluda con una sonrisa maliciosa, correspondo con un asentimiento. Álex lo fusila con la mirada.

»No quería interrumpir —Levanta las manos—, que pena.

—Manía la tuya de entrar sin tocar —replica Álex.

—Para eso existen los seguros en las puertas.

Deja unos documentos en el escritorio y empieza a retroceder, haciendo algunas señas con sus manos.

»Ustedes sigan en lo suyo, Paola, un gusto saludarte.

—Igualmente —comento con una pequeña sonrisa.

Mateo sale de la oficina. Álex vuelve a acercarse con una sonrisa malvada.

—¿En qué estábamos? —Deja un beso en mi cuello.

Me remuevo, tomo mi IPad y comento.

—Venía a organizar el menú para mañana.

Frunce el ceño.

—En eso no estábamos. Pero ya que quieres hablar de trabajo tú te lo pierdes.

Se levanta y camina hasta su escritorio, se acomoda en su silla como todo un señor. Suelto una carcajada, me señala la silla para que me acerqué y me siente.

—Seriedad señorita, aquí vinimos a trabajar.

Me levanto y camino hasta la silla apoyando mis manos en el espaldar.

—Es usted tan ridículo —rodeo la silla para sentarme.

—Yo también la amo señora Fernández —Afirma con orgullo.

Sonrío como una quinceañera enamorada, le guiño un ojo.

—Yo más, señor Fernández. Ahora sí, ¿qué menú quieres?

—Quiero un servicio de Brunch, postres y una buena comida francesa. Ya que un empresario francés muy importante está interesado en firmar un proyecto con nosotros.

—Perfecto, ¿algo más?

—De las bebidas y lo demás te puedes encargar tú nena. Algo formal, pero bonito, confío en tu buen criterio, para eso tengo a la mejor chef del mundo.

Pueden creer que aún hace que me sonroje. Sonrío como tonta, como la mujer más enamorada del mundo.

»De los otros detalles te encargas tú, ya sabes cuales son.

—Claro que sí mi vida. Bueno me voy, nos vemos más tarde.

—Recoges a mini Álex, ya sabes que hoy es noche de chicos.

Me guiña un ojo. Me acerco y lo beso, suelto en sus labios.

—Te portas bien.

—¿Y si no? —muerde mi labio inferior.

—Te lo corto.

Me levanto de su regazo, recojo mis cosas y salgo de la oficina. Él solo suelta una risita.

Yo sé que nada dura eternamente, pero ojalá que esta felicidad que sentimos si lo haga. Antes de regresar al restaurante recojo a mini Álex de la escuela. La profesora me pide unos minutos para comentarme algo, me imagino lo peor, típica mamá exagerada.

Le pedí al niño que se quedara jugando con los niños mientras yo platicaba con la maestra, la sigo hasta la oficina, ya mi cabeza tenía un montón de ideas, ¿algo hizo? ¿pasa algo con sus notas?, me saca del trance cuando la escuchó hablar.

—Siéntese señora Fernández.

—Así estoy bien, gracias. ¿Qué pasa con Álex?

—No se preocupe, no es nada grave. Álex es un niño muy aplicado, tiene muy buen desempeño con todo lo que se le asigna.

Creo que mi expresión habla por sí sola, no entiendo nada.

»Lo que pasa es que debe socializar más con sus compañeritos, a veces es muy serio, un poquito gruñón.

No puedo evitarlo, una pequeña sonrisa se escapa de mis labios, ¡Hijo de quién tenía que ser!

—Hablaré con el niño.

—No le quito más tiempo señora, eso era todo.

Me despido con un apretón de manos. Camino por los corredores y lo busco con la mirada, está jugando con sus amiguitos en el patio, no entiendo, se supone que no socializa y lo veo jugando con otros niños.

Abrocho su cinturón de seguridad, esta vez lo llevo conmigo al restaurante. Le doy marcha al vehículo mientras lo miro de vez en cuando por el espejo.

—¿Qué tal tu día amor? —pregunto.

—Todo bien mami —Sigue jugando con un dinosaurio que trae.

—¿Tienes muchos amiguitos amor?

Me regala una sonrisa hermosa.

—Sí mami, incluso los quiero invitar a mi fiesta de cumpleaños.

No entiendo nada.

—Amor.

Me mira muy atento.

»La profesora me dijo que a veces eres un poco gruñón y no socializas.

Frunce el ceño y se cruza de brazos.

—Ella lo dice por ese montón de niñas insoportables —Gruñe—, que se la pasan detrás de mí, diciendo que quieren ser mis novias.

¡Alerta de celos de mamá sobreprotectora!

—¡¿Qué?!

—Sí, me hacen dibujos y me envían dulces.

—Me parece bien que seas así. Tú eres un bebé y tus compañeritas también, esas son cosas para los grandes, ustedes son muy pequeños.

Asiente y sigue jugando. Ahora resulta que no dejarán crecer a mi bebé, no quiero imaginar cuando crezca, no quiero ser suegra.

Dejo a mini Álex en el cuarto de juegos, le doy algo de comer y se queda dormido. Katia no ha parado de reírse desde que le comenté lo que pasó en la escuela, tiene el descaro de decirme que huelo a suegra.

Bajo a la primera planta, le digo a Sophia que me reúna con los empleados y los chefs. Necesito darles indicaciones claras. Camino por el salón, Katia me sigue.

—Paola, ¿estás segura de lo que piensas hacer?

Sonreí malvadamente.

—Muy segura.

—Álex va a matarte. Quiero estar en primera fila, no me lo pierdo.

Le guiño un ojo.

—Eres bienvenida amiga.

Soltamos una carcajada.

»No puedes mencionarle nada a Mateo, ¿entendido? —añado.

Levanta su mano derecha.

—Entendido, te encanta jugar con la suerte, ¿verdad? Álex va a echar chispas como los cohetes, estás mal de la cabeza.

Volvimos a reír, esas risas fueron interrumpidas por Sophia.

—Ya todos están reunidos —Comenta.

Asentimos al tiempo, saludamos y yo empiezo a hablar.

—Como saben mañana tenemos un evento importante, necesito algunos meseros, hombres, mujeres que me acompañen y se encarguen de atender muy bien a los invitados.

Todos asienten.

»Me han pedido un servicio de Brunch, en especial una comida francesa, vuelvo y repito lo mismo de siempre, especialmente a los chefs y ayudantes de cocina, no quiero ningún tipo de salsa, o derivado que contenga piña en las comidas, postres, jugos, cócteles. Cuando se trata de esa empresa la piña está vetada, no quiero errores, un mínimo error y les puede costar el puesto. ¿Entendido?

—Entendido señora Paola —responden todos al tiempo.

—Paola y yo estaremos mañana en la cocina con ustedes —añade Katia— .Necesitamos dos ayudantes, los demás se encargaran del menú del restaurante como todos los días.

Entregamos la carta de menú para que los encargados de surtir tengan todo listo. Arreglamos unos detalles más y salimos a casa, pero antes nos desviamos a una tienda, necesito conseguir algunas cosas. La cara de maldad en Katia la delata, le he dicho que no comente nada delante del niño, no quiero que se le arruine la sorpresa a mi querido esposo.

Visitando algunas tiendas a Katia se le ocurrió una idea loca, como ella, me dijo que hiciéramos una pijamada con temática, no entendía nada, hasta que entramos a la tienda. Empezamos a buscar las pijamas para amigas, no podía parar de reírme, no contenta con eso se le ocurre comprar pijamas iguales para todos.

Luego pasamos a recoger a Matt para irnos juntas a casa. Hoy es noche de chicos y no sabemos a qué horas piensan llegar. Por eso Katia le envía un texto a Mateo avisando que estará en casa para que llegue allá con Álex.

Empezamos a preparar galletas con los niños, terminamos jugando llenos de harina. Amo estos momentos compartidos con mi pequeño y mi mejor amiga, mi hermana del alma.

Después de organizar un poco nos sentamos a comer, el próximo plan es ir a jugar al cuarto de juegos, pero antes les pusimos las pijamas a nuestros pequeños. Se ven adorables, luego nos pusimos cómodas con unas pijamas de Stitch.

—Paola deja de reírte, tienes que actuar sexy.

—¡Rayos! ¿Katia ésto te parece sexy? Parecemos osos de peluche —Suelto una carcajada.

—Pero los ositos son tiernos —eleva su labio inferior en señal de puchero.

No puedo parar de reírme.

—Paola, compórtate por favor, los chicos deben estar por llegar.

—Se van a morir, pero de risa.

—Espero que no, porque aquí tengo sus pijamas —Suelta una carcajada.

Tomo a mini Álex en brazos, me tomo una selfie, no pude evitarlo se ve hermoso vestido igual a mí, luego los cuatro juntos.

—No hay manera que Álex y Mateo se pongan eso —Comento.

—De eso nos encargamos nosotras querida —me guiña un ojo mientras pasa por mi lado.

Entramos al cuarto de juegos, los niños corrieron a buscar juguetes. Katia enrolla sus brazos en mi cuello y sin darme tiempo de nada me dice;

—Cárgame, quiero una selfie así.

Enrolla sus piernas en mi cadera, empiezo a tambalear por poco terminamos las dos en el suelo, nos sacamos varias selfies riendo como un par de desquiciadas. Y sí, terminamos en el suelo y los niños encima de nosotras, una guerra de cosquillas se desata en esa habitación, ahora solo se escuchaban gritos y risas.

Después de tanto jugar los niños se quedaron dormidos en nuestras piernas, acariciamos su pelo, ambas los miramos con devoción.

—Jamás imaginé estar así —Susurra— , tenemos unos hijos hermosos, una familia maravillosa.

—Así es amiga, somos tan afortunadas, tanto sufrimiento fue recompensado —Murmuro.

—Valió la pena, pero no pienses en eso, todo lo malo es parte del pasado, ahora todo es felicidad.

Nos levantamos con los niños en brazos y los llevamos hasta la habitación de mini Álex, dejamos un beso en su frente. Los cubrimos con sábanas y apagamos las luces. Regresamos al cuarto de juegos.

Miro el reloj a las 11:00 Pm.

—Paola, te quedaste muy callada, ¿en qué piensas?

—En eso de la felicidad. Me da miedo que algún día termine.

—No pienses en eso Paola —Toma mi mano—. Todas las cosas malas hacen parte del pasado, aquí en el hoy, somos inmensamente felices, no hay cabida para la tristeza y el dolor no existe, ok.

Asiento.

»En el corazón de una guerrera no entra el dolor, la tristeza, ni el miedo, el corazón de una guerrera es fuerte e indestructible, tú eres esa guerrera, mi guerrera.

—¿Qué haría sin ti? —La abrazo.

—Te mueres lo sé.

Suelta una carcajada, le lanzo un cojín.

—Te amo pendeja, tienes razón, sin ti me moriría.

Frunce los labios y me abraza.

—Me harás llorar pendeja, te amo. Bueno, ahora tenemos que pensar cómo hacerles poner esto.

Señala las bolsas donde están las pijamas.

—No será nada fácil.

—Es la manera perfecta de hacerle creer a Álex que es tu venganza, así bajará la guardia y mañana todo saldrá perfecto.

Soltamos una carcajada.

—Tienes toda la razón, así mañana no estará alerta, todo lo contrario, eres un genio.

Hace una reverencia.

—Lo sé, no solo se tendrán que poner esas pijamas, tendrán que salir a la calle con ellas. Así que pongamos estas cabezas a trabajar.

Chocamos nuestras palmas, seguimos planeando la mejor manera de hacerles poner las pijamas, jugando con la consola queda descartado, ellos son muy buenos en eso. Se nos ocurre pedirles jugar a mímica, nosotras hacemos señas de cosas o películas sin emitir ningún sonido y ellos para eso son malísimos, tenemos puntos a favor, aunque sabemos que a nosotras también nos tocará pagar alguna penitencia, tenemos que estar preparadas.

Álex pensará que esta es mi manera de vengarme y no se alcanza a imaginar lo que en realidad le espera mañana.

Escuchamos un auto llegar, nos levantamos a la velocidad de la luz y bajamos corriendo hasta la puerta principal, a Katia se le ocurre escondernos tras la puerta y apenas crucen y enciendan la luz saltar sobre ellos, lo sé, está loca.

Continuará…

¿Cuál será la venganza de Paola?

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