En público, Marc siempre había sido una persona fría y distante. Su abrigo negro añadía aún más esa aura poderosa e inaccesible. Mientras se acercaba paso a paso, de pronto me invadió cierta sensación de zozobra. Este asunto podría ser grave o nimio… Si ellos decidieran tomarlo a menor, bastaría con compensar los daños económicos, pero si no quisiera hacerlo así... Con el poder que Marc tenía en la ciudad, enviar a Olaia a la cárcel sería pan comido. Y sin lugar a dudas, él ciertamente protegería a Ania.
Como era de esperarse, se colocó al lado de Ania, con la mirada desde arriba hacia abajo, nos miraba fijamente. Sus labios delgados se abrieron y me preguntó
—¿Cómo quieres proceder todo eso?
Apreté mi palma de golpe, y antes de que Ania hablara, Olaia me jaló hacia atrás, dirigiéndoles:
—Yo me haré cargo de esto sola, ¡Delia no tiene nada que ver con eso!
—¡Olaia!
Me alarmé, pero ella me miró y me dijo con sorna:
—¿Cómo pretendes involucrarte? Acaso vas a rogarle a tu ex esposo en pú