Ella enterró su rostro en su cuello y se dejó llevar por la intensidad que él provocaba. Sus respiraciones se entrecortaron. Un jadeo suave emergió de su garganta. Donovan la abrazó fuerte, acompañándola, cuidando que no se perdiera en la emoción.

—Estoy… estoy bien… —jadeó ella en un susurro agitado.

Él acarició su espalda con movimientos lentos, ayudándola a recuperar el aliento. Rosalind levantó la cabeza y lo miró con los ojos brillantes, húmedos por las lágrimas de amor, felicidad, satisfacción de una mujer que se sentía amada, completa.

—Eres el amor de mi vida, Donovan Ainsworth… —confesó Rosalind, sus palabras salieron desde lo más profundo de su alma.

Donovan la besó con una devoción que hablaba más que las palabras.

…………

Cuando la respiración de ambos volvió a la calma, después de un rato, él se levantó dentro del jacuzzi sin soltarla, elevándola en sus brazos. Rosalind rodeó su cuello instintivamente, riendo bajo, en medio del suspiro.

—Me encanta cuando hace