5.Embarazada

Capítulo cinco: Embarazada

“Narra Apolo Galanis”

—¿Acaso has enloquecido? —pregunté en un bufido—. ¡Por ningún motivo! Esa mujer y su hijo no…

—Tu hijo, Apolo —me interrumpió para corregirme—. Ese bebé probablemente sea tuyo. Has hecho lo que has querido todos estos años y me llena de orgullo ver cómo el imperio Galanis ha crecido bajo tu mando…, pero no voy a ceder con respecto a esto. ¡No vas a darle la espalda a tu propia sangre!

—¿Quieres que esa mujer tenga al bebé? —bufo—. Alguien me drogó para que pasara la noche con ella. Estoy casi seguro de que trabaja para Rudolph Enterprises, ¡nuestros enemigos! ¿Lo entiendes?

—Eso no cambia el hecho de que ese niño existe. ¡Mi nieto!

—¡Es una desconocida! —exclamo superado por la situacion. ¡Joder, ¿por qué tenía que aparecer?! ¡Maldita mujer!—. ¿Cómo quieres que me case con una extraña? ¡¿Una ventajista?!

—Es mejor que seguir como un célibe sin ataduras ni sentimientos —me señala de manera acusatoria—. No haces más que dar pie a las habladurías con tus reservas y gtus relaciones inexistentes. Eres un excelente economista, Apolo, pero la imagen de la empresa y la familia decaen.

—Digas lo que digas no vas a convencerme —me mantengo firme.

—Está bien —se cruza de brazos antes de sentarse, con cara de mártir—. Entonces me quedaré en el hospital hasta que la muchacha despierte, le ofreceré un trato muy jugoso e incluso puede que vaya a la presa y diga que dejaste a tu mujer e hijo abandonados.

—No lo harías —objeto incrédulo. Parece un niño en medio de un berrinche.

—Al menos de esa forma apagaría los chismorreos sobre tu orientación sexual —se encoge de hombros despreocupado—. Además, si sufro un segundo infarto será culpa tuya solamente.

—¡Has enloquecido completamente!

Me llevé las yemas de los dedos a las sienes para masajearlas. Me dolía la cabeza y era consciente de que me padre sería capaz de cualquier cosa para lograr su cometido. Mi cabreo sobrepasaba los límites y me había convertido en una cafetera a punto de estallar.

—Haremos la prueba de ADN —dictaminé al final— y si el bebé resulta ser mío, lo reconoceré. Pero en cuanto a la madre…

—Te casarás con ella, Apolo —se impuso impertérrito—. No olvides que somos griegos y en nuestra familia no se permiten bastardos.

—¿Por qué me lo pones todo tan difícil, joder?

—Eres tú quien lo complica todo. Si no funciona el matrimonio puedes llegar a un arreglo con ella, pero de que te casas, te casas.

Narra Sofía Wilson”

Me desperté aturdida. No sabía dónde estaba ni lo que estaba sucediendo. Luché para incoprorarme sobre la cama, pero una… ¿enfermera? se me acercó y me imipdió moverme.

—Señorita Wilson, no se mueva tan rápido —me aconsejó—. Puede marearse.

Me acomodé mejor en las almohadas. ¿Dónde estaba? Todo me parecía muy confuso. Entonces vi a un señor, el dueño de la empresa, aparecer frente a mí, acompañado de un ejército de sujetos con batas de médicos.

—¿Recuerda lo sucedido, señorita Wilson? —me preguntó uno de ellos. 

No entendía por qué tanto alboroto, pero me centré en salir de mi aturdimiento y tratar de recordar algo. Estaba en la sala de reuniones y apareció en jefe…

¡El Jefe!

Todo me vino a la memoria de golpe y me sentpi mareada oytra vez.

—Se le está subiendo la tensión arterial —escuché que decían—. Debe calmarse, señorita Wilson. Esto no le hace bien al bebé.

—¿Bebé? —pensé en voz alta.

—Estás embarazada, niña —el señor Galanis apareció en mi campo de visión. Hasta ese momento solo lo había visto en revistas o en la televisión—. Y debes cuidarte más.

Embarazada… No, no podía ser cierto. Creo que me puse peor, porque por unos minutos no fui consciente de nada a mi alrededor. Solo podía repetir las palabras <<bebé>> y <<embarazada>> una y otra vez en mi cabeza.

El desconocido era Apolo Galanis, su padre estaba frente a mí y yo estaba embarazada… todo encajaba y al mismo tiempo, no sabía de todo aquello qupe era más absurdo.

Un hijo… No podía ser. Tenía que ser una broma.

—Es una broma, ¿verdad? —cuestioné a punto de sufrir un ataque al corazón—. ¿Dónde está la cámara oculta?

No era cierto. Era demasiada mala suerte, demasiadas desgracias… Era una pesadilla. El último vez tenía que ser una jodida pesadilla. Sin embargo, los análisis que me entregaron confirmaron todo.

Me volví a tumbar sobre la cama. Había un niño creciendo dentro de mí, ¡tendría un hijo! Un hijo que no era de Archie. 

<<¡Oh, Archie!>>

Lo único que me quedaba se me escapa entre las manos. ¿Qué diablos iba a hacer?

“Narra Apolo Galanis”

Me quedé en la sombra, observando cada una de sus reacciones… y me soprendió. No lucpia contenta, por el contrario, había palidecido completamente y los pitidos de las máquinas eran bastante reales. ¿Se podía ser tan buena actriz? ¿O acaso había algo en todo este complot que no había salido según sus planes?

Si mi padre me obligaba a casarme, lo haría… pero bajo mis condiciones, no las suyas y por supuesto, mucho menos las de ellas. Las cosas se harían a mi modo.

Al que no quería caldo le daban tres tazas y Sofia Wilson se arrepentiría una y mil veces haberse metido en la cueva del lobo y jugar con él.

Cuando la sala se despejó y ella se puso a llorar, resoplé. Si había algo que soportaba menos que las cámaras de la prensa era el llanto femenino.

—¿Por qué lloras? —le pregunté con marcado sarcasmo—. ¿No era esto lo que querías? Felicidades, me tienes, Sofia Wilson.

Me miró con una inocencia que rozaba la ingeniudad y… por momentos me atrapaba. Era muy buen actriz, admirable, pero no me dejé engañar. Sabía con quién trataba, lo que había hecho y cómo lo había hecho. Eran pocas las personas que podían engañarme una vez, pero dos veces, ninguna.

—¿De qué hablas? Yo… no sabía quién eras…

—Ahórrate la actuación, querida —la corté de sopetón—. No te la compro. Estás embarazada y por el tiempo de gestación que tienes, el bebé puede ser mío.

—¿Puede? —ella bufó descolocada.

—Sí, puede. Por eso te vas a hacer una prueba de ADN y si resulta positivo… si soy el padre, te casarás conmigo.

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