Capítulo veintiocho: La mejor de mis armas
"Narra Sabrina Spencer"
Mientras Fabio me tomaba en brazos para llevarme al dormitorio se me ocurrió que había cambiado de tema a propósito, que estaba reemplazando la promesa de charlas sinceras con sexo.
Pero no iba a dejar que esos pensamientos envenenasen el momento. Había elegido la felicidad, había elegido la confianza y me agarraría a eso como me agarraba a él.
—Di que eres mía, Sabrina —no supe si aquello era una demanda, o en cambio una súplica—. Dime qué solo yo te hago temblar de esta forma, que no desearás a otro hombre. Di que me perteneces.
—Soy tuya, Fabio —alcancé a decir en medio de un gemido lastimero—. Y tú eres mío. Aquí, ahora... —tuve que parar para morderle los labios mientras mis uñas se aferraban a su carne—, nos pertenecemos.
En sus brazos no era difícil sentirme satisfecha y segura en el presente.
Y confiar en que todo saldría bien al final.
A pesar de mi resolución, me encontré abrumada por una grave inquietud dura