CAPÍTULO 34
Después de que entrara a la casa, Amara subió las escaleras de dos en dos, tenía intenciones de cerrar la puerta, pero cuando estaba a punto de hacerlo, un pie se interpuso evitando que la cerrara. Alzo la cabeza y se encontró con los ojos fulminantes de Elliot.
―¡Vete!
―¡Soy el dueño