CAPÍTULO 12.
―Vaya, sí que eres directo. ¿Estás bromeando, verdad?
―¿Por qué lo haría? ―respondió serio ―Me gustas y lo sabes. Desde que te uniste a la empresa, te robaste mi corazón, pero luego me dijiste que estabas casada, así que tuve que rendirme. Puede que no lo creas, pero no he dejado de qu