― Yo no tengo nada de que hablar con usted, hágame el favor de retirarse ― dijo Leonardo señalando la puerta haciendo que ella agachara la mirada y se fuera de la oficina, aquello sería difícil al igual que alcanzar su perdón.
― Yo no me voy sin que me escuches ― hablo Eloísa enfrentando a Leo, quien no quería escucharla ni verla.
― ¿Y para qué quieres que te escuche? Ya está claro, ¿No? ― dijo Leo un tanto desconcertado y dolido.
― No está nada claro, no está nada claro las razones por las cuales yo me aleje de ti ― dijo Eloísa agachando la mirada por las cuales Leo se quedó sorprendido.
― Yo no necesito saberlas, me dijiste que no me amabas ¿O qué me dirás que es mentira? ― respondió Leonardo agachando la mirada.
― Tienes que escucharme las cosas, no es como tú lo estás imaginando ― respondió Eloísa sentándose pasándose las manos por su cabello.
― ¿Cómo quieres que te escuche? Tú me dejaste plantado en el altar y te fuiste, lo nuestro es historia Eloísa y yo no hay nada y jamá