Capítulo 5

El paso del tiempo pasó rápido, fue muy divertido y romántico, demasiado perfecto curiosamente.

El tiempo pasó tan rápido, que ya eran las 3:00 p.m., la pequeña joven estaba durmiendo en el regazo de él y él le sacó un par de fotos.

La cargo y llamo a Roberto, al ver la escena Roberto quedó maravillado y empezó a molestar a su gran amigo "y esta delicia quién es?"

Al oír eso logro que la sangre de él se calentara con demasiada facilidad, solo basto una mirada para que su amigo se diera cuenta de su error y se disculpara rápidamente para ayudarlo con la chaqueta y el bolso, lo acompaño a su auto para abrirle la puerta.

Se despidieron y Rian pidió al conductor que los llevara a un centro comercial, mientras tanto el en el asiento de atrás estaban disfrutando una hermosa vista y sentía paz en su corazón, jamás pensó que el amor era tan sencillo y todo gracias a su dinero, era perfecto todo.

Al llegar la despertó con suaves besos en las mejillas "Lucía despierta llegamos" despertó y restregó sus ojos con demasiado cuidado para levantarse "estoy despierta, que tanto hay que comprar?".

Preguntó la niña viéndolo "Pues ropa, zapatos, útiles de aseo, de estudio y-" la niña lo interrumpió mirándolo con la cara más inocente que tenía y con ojos iluminados "podemos comprar dulces y peluches".

Aquel hombre jamás imaginó estar en aquella situación y mucho menos por una adolescente, pero aquella mirada provocó algo en el con lo que no pudo decir que no, suspiro para luego reír y asentir, jamás supo que al hacer eso firmaba su propia perdición apenas dijo que si la niña salió volando, como si tuviera propulsores en su parte trasera.

No necesitó mucho tiempo para perderla de vista y eso fue un caos, apenas la perdió de vista se puso histérico, estaba tan rojo como un tomate, era divertido e impresionante.

Salió corriendo detrás de ella pero no logró alcanzarla, empezó a llamar a sus guardaespaldas para poderla buscar, mientras había en un pasillo una niña de 18 años mirando peluches como si fueran su adoración luego de elegir unos cuantos (un carrito entero) fue a la sección de dulces.

Habían tantos dulces que quería llevárselo todo, pero escucho unos gritos y salió del pasillo a ver, en ese instante vio a un señor gruñón gritando su nombre, no era nada más ni nada menos que Rian, el hombre quien la compró, extendió sus manitos y gritó.

"Aquí estoy!!!"

El hombre se acercó a pasó rápido y enojado, apenas estuvo a su lado la agarro del brazo y dijo "Porque salí-" no alcanzó a terminar su frase al ver el carrito de peluches no logro aguantar la risa, la cargo y la sentó encima del carro para empezar a llevarla a la sección de ropa "no tienes que hacer eso de nuevo, acaso no leíste los castigos???".

Bajo la cabeza y se disculpó pero luego la levanto entusiasta y pregunto "Puedo llevarlos a casa por favor?".

Aquel hombre no podía con esa niña, ella era su otra mitad, además esa carita de perro triste era imposible decirle que no.

Este día había sido increíble, todo fue tan raramente perfecto, habían ido de compras, comieron, se conocieron y aclararon las reglas.

Él se dio cuenta que a ella no le molestaba ser tratada como una niña chica, al contrario, le gustaba y ella se dio cuenta que no era tan malo como pensaba, quedaron en que cambiarían la habitación de ella por completo y que la arreglarían al gusto de ella.

Está de más aclarar que ella estaba más que contenta, estaba extasiada por el día de mañana, estuvo todo el rato al lado de él y escuchó como avisaba que mañana no iría al trabajo.

Estella estaba feliz por cómo iba todo, sabía que era lo mejor haberlo obligado a hablar con ella, todo iba relativamente bien, al llegar a casa acomodaron las cosas y vieron películas juntos de princesas hasta que ambos quedaron profundamente dormidos.

Estella los abrigó y les sacó foto, para irse después a su cuarto.

Al día siguiente despertó primero ella, lo miró y sonrió, era extrañamente raro el sentirse tan cómodo con él, pero se sentía feliz porque al final Carla tenía razón.

Le tocó algo bueno, "Rian! Rian!" la pequeña niña movía al nombrado de una manera brusca y juguetona, hasta que abrió los ojos y bostezo "Pequeña, habíamos quedado en algo, además que necesitas? es muy temprano duerme" decía aquel zombió somnoliento, ella arrugó la nariz y dijo "Dada! lo prometiste iríamos a redecorar mi cuarto!"

Él solo escucharla hablar así, fue como si automáticamente el cansancio se hubiera ido y fuera cambiado por una energía total, la tomó en brazos por sorpresa y la levantó "okey mi niña, iremos a hacer tu cuarto" la pequeña solo reía entre los brazos de él.

Toda esa escena era extremadamente empalagosa tanto para los oídos y ojos de quien lo viera o escuchara, subieron a la habitación de la pequeña y el solo tuvo que marcar unos tantos números para que solo tuvieran que pasar 30 minutos y ya 10 personas estaban en casa de él, con tarros de pintura, cama nueva, tela, etc.

Las paredes fueron pintadas de un suave color morado pastel, la cama era un rosa suave, con unas sábanas de mariposas, las cortinas se cambiaron por unas de unicornios y se pusieron repisas de libros y para sus peluches, los armarios se llenaron de toda la ropa que uno se pueda imaginar.

Se instaló un mueble para que ella pudiera estudiar y dibujar, solo pasaron unas horas para que todo estuviera listo, mientras que la chica estaba ilusionada con ver el trabajo final, estaba tan desesperada de verlo que entró a escondidas y se escondió en el closet sin que la vieran, no imaginaria lo que le esperaría solo por esa simple y juguetona acción.

No había mucho tiempo desde que terminaron el cuarto, pensaron que la niña había salido al patio, por el cual Rian fue a buscarla, al dar, una, dos, tres vueltas, se dio cuenta que no estaba y fue donde empezó a alarmarse.

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